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El canal del parto es, entre los mamíferos, un conducto recto, que dibuja el parto como un trámite divertido y breve, un pequeño e indoloro paseo desde el sueño hasta el primer despertar, realizado sin utilizar el ruido o las patas, por la fuerza innegociable de la vida. Debe de ser una experiencia inaudita nacer así. Nunca lo sabremos. Para los humanos nacer nunca fue sencillo. Desde hace, al menos, cuatro millones de años, nuestro canal del parto es un camino complejo. Una cadera preparada para sostener un cuerpo sobre dos piernas lo complica todo. Nacer, así, no es una línea recta, un trámite veloz e informal, sino que requiere del naciente coraje y decisión. Nacer, en nuestra especie, supone realizar un giro de 90 grados en la mitad del trayecto que nos lleva al exterior. Esa curva y complicación es una originalidad de especie. Desde el Australopithecus hemos nacido así, desconociendo la suavidad y la sencillez y, hasta cierto punto, la alegría de los otros cachorros. Pero con el Sapiens y el Neandertal, nacer adquirió una nueva y severa y dramática originalidad constante. Es una característica tan profundamente nuestra que nos convierte en nosotros. Se trata del dolor. Nacer duele. Mucho. Tanto la madre como su hijo sufren dolor. En el caso del Sapiens, el canal del parto es extremadamente angosto. Tiene un diámetro de entre 10 y 13 centímetros, mientras que la cabeza de un bebé humano tiene unos 10 centímetros de diámetro, y su envergadura de un hombro a otro puede ser de 12 centímetros.
Nacer duele, sencillamente porque nuestra inteligencia –transportada en la cabeza, el cerebro más grande jamás conocido– es la más explosiva, incalculable y difícil de nacer. Por ello sería más acertado decir que la inteligencia duele. No es una metáfora. Duele. Provoca el dolor más intenso jamás vivido por nuestra madre, a la que, no lo dudes, hacemos daño inaudito. Duele. Nuestra cabeza y nuestros hombros apenas pueden nacer, y solo lo consiguen pagando un tributo en dolor sobre nosotros mismos. Nuestra inteligencia, por tanto, maltrata a los demás, y nos duele hasta a nosotros mismos. Lo que puede ser una buena definición de la inteligencia. Dolor sobre los demás y sobre nosotros, desde el primer momento, desde que ya no es posible evitar nacer. No lo olvides jamás.
El canal del parto es, entre los mamíferos, un conducto recto, que dibuja el parto como un trámite divertido y breve, un pequeño e indoloro paseo desde el sueño hasta el primer despertar, realizado sin utilizar el ruido o las patas, por la fuerza innegociable de la vida. Debe de ser una experiencia inaudita nacer...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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