En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
No soy muy amigo de los vaticinios, las previas o de fantasear con lo que va a pasar. Nunca me ha gustado, pero es que ahora lo detesto. Es dañino, construye exigencias que no existen y acelera todavía más esta vida, ya de por sí acelerada. Por eso, porque no había proyectado ningún escenario antes de que el balón comenzase a rodar, puedo ahora entender la derrota como un simple contratiempo deportivo. Con sus deficiencias y errores, ahora veremos, pero como algo que puede ocurrir cuando sales a jugar. El Atleti no ha perdido la Liga en Barcelona, ni tampoco la hubiese ganado de haber obtenido otro resultado. No era ninguna final. Y no, no creo que haya servido de prueba para ponderar la aspiraciones reales de equipo, ni para redactar epitafios, ni para demostrar nada que no supiésemos ya. Los griegos usaban el término pothos para referirse al deseo de lo ausente. Un deseo esencialmente enfermizo, porque nunca se puede saciar. Solamente genera dolor y nostalgia. Intentemos ser críticos, curemos las heridas reales, pero huyamos de practicar el culto al pothos.
El Atleti no ha perdido la Liga en Barcelona, ni tampoco la hubiese ganado de haber obtenido otro resultado
El Atleti encaró muy mal el partido en Barcelona. Reconozcámoslo. Es cierto que el conjunto blaugrana estaba más exigido y que los mentideros locales habían sembrado de dudas el desempeño de Xavi. Eso suele ser un buen vector de motivación, pero esto es también un arma que se puede volver en contra. Desgraciadamente, los de Simeone no quisieron, o no supieron, gestionarlo como deberían haberlo hecho. Algo que empieza a ser recurrente. La alta intensidad de los barceloneses, que sí entendieron lo que había que hacer, no fue contrarrestada por unos colchoneros que prácticamente ni comparecieron. En apenas cinco minutos el Barça ya pudo marcar dos veces. Especialmente claro fue un remate de Raphinha tras una buena jugada por la derecha que ejecutó mal, a pocos metros ya de la portería. Nahuel Molina tuvo también una clara pocos segundos después, tras una salida vertiginosa por el flanco derecho y un taconazo previo de Llorente, pero fue un espejismo. Con espejismo me refiero a que el Atleti tuviese ocasiones y a que Nahuel Molina pareciese un jugador de fútbol.
Lewandowski volvió a poner las cosas en su sitio. Primero, rematando de cabeza un pase extrañamente lejano. Después, malogrando con el pie un gran pase desde la derecha. Llevábamos solamente doce minutos de partido. ¿Qué estaba pasando? Pues muy fácil, que el Barcelona tenía la pelota, imponía un ritmo endiablado y ponía la intensidad que hace falta poner en un partido de élite. Enfrente, el Atleti era incapaz de dar dos pases seguidos. Apático, frío, inane y extremadamente lento. Lento hasta la desesperación. Con el balón y sin él. Lentos para leer la jugada, lentos para llegar a cualquier cruce y lentos para intentar superar la buena presión adelantada del rival.
El partido era un monólogo, aunque, seguramente de forma injusta, no había goles. Las ocasiones blaugranas dejaron de llegar, el ritmo se paró un poco y los de Simeone aprovecharon para ir a presionar arriba, quizá por primera vez. Bueno, digo ir a presionar para que se entienda, porque lo que realmente hicieron se parecía más a una improvisación artística que a algo que estuviese ensayado. Lejos de dificultar la salida blaugrana, lo que hicieron fue facilitársela. Primero, porque es difícil presionar llegando tarde, de forma desequilibrada y sin demasiada fe. Segundo, porque si a tu central, aunque se llame Giménez, le da por irse hasta la frontal del área contraria, el hueco que deja suele ser letal. Y así fue, claro. Con todo, lo peor ocurrió más tarde, cuando la pelota llegó a la frontal del área y Joao Félix, por intensidad, le ganó un balón dividido a Nahuel Molina, que luego elevó por encima de Oblak para alojarlo en la red. Como lo oyen. El partido del argentino ha sido deplorable, pero lo de esta jugada alcanza límites inauditos de dejadez. Que te gane Joao Félix una pelota por intensidad es como emborracharse con Fanta de naranja.
El Atleti tuvo alguna ocasión después del 1-0. Hermoso en el 32 y otra clarísima de Griezmann poco después, tras una de las pocas jugadas decentes de los rojiblancos en la primera parte. Fueron destellos sin demasiada base. El Atleti iba perdiendo porque estaba jugando muy mal y el Barça estaba jugando muy bien.
El Atleti iba perdiendo porque estaba jugando muy mal y el Barça estaba jugando muy bien
Los cambios en la segunda parte –Lino, Azpilicueta y Correa por Nahuel, Giménez y Riquelme– cambiaron el panorama hasta el punto de que comenzamos a ver otro partido. Uno disputado, de poder a poder, algo roto, en el que, a diferencia de lo que habíamos visto, había dos equipos igualados que intentaban ganar el partido. Raphinha pudo sentenciar al poco de reanudarse el partido, pero su tiro desde lejos se estrelló en el poste. A partir de ahí, acusando seguramente el derroche físico, los de Xavi tuvieron que recular mientras el Atleti se adueñaba del juego. Ahora sí que recordaban al equipo que había maravillado las últimas semanas. Ahora sí corrían, jugaban y transmitían la sensación de querer ganar. ¿Tarde? Si uno atiende al marcador final, parece evidente.
Pero como el fútbol es así, los de Simeone pudieron incluso dar la vuelta al partido. Tuvieron varias ocasiones para ello, pero por desgracia no fue el mejor partido de Griezmann. Me quedo sin embargo con dos intentos claros de diferentes protagonistas. Una falta de Memphis (había salido por Morata), que sacó de la escuadra Iñaki Peña, y otra de Correa, ya en los minutos de descuento, que se estrelló contra el portero.
El Atleti ha perdido un partido de fútbol frente a un rival directo. Esa es quizá la lectura más acertada. Un partido que creo que debería servir para aprender tres cosas: que encarando los partidos con la intensidad de una ameba anestesiada lo normal es que salgan mal, que para ganar es importante querer hacerlo desde el principio y que fantasear fuera del campo solamente lleva a la melancolía.
No soy muy amigo de los vaticinios, las previas o de fantasear con lo que va a pasar. Nunca me ha gustado, pero es que ahora lo detesto. Es dañino, construye exigencias que no existen y acelera todavía más esta vida, ya de por sí acelerada. Por eso, porque no había proyectado ningún escenario antes de que el...
Autor >
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí