"No es ético pero es legal". No sabemos si pretendía Martínez Pujalte con esta frase escurrir el bulto como solo alguien sin demasiados escrúpulos se atrevería a hacer o si su intención era resumir toda una época de la historia de España, pero el caso es que, sea cual fuere su intención, es lo segundo lo que Martínez Pujalte ha hecho. Podríamos resucitar a Quevedo, que también vio lo suyo en sus tiempos, contarle, invitándolo a unas cervezas a cambio de las molestias, la que nos está cayendo encima en estos años que son ya décadas y pedirle que lo resumiera como maestro de las letras que es. Y no sería capaz probablemente de dibujar un perfil tan magistral, tan conciso, literario y veraz como el que ha sido capaz de hacer ese hombre de la imagen en solo una frase.

Y es que Martínez Pujalte resume la España del mediocre con carguito y sin escrúpulos como una gota de agua resume qué es el agua. En la biografía de Martínez Pujalte encontramos un mapa vital del país en que vivimos. Diputado desde hace más de 20 años sin méritos conocidos más allá de aquella vez que lo expulsaron de una sesión del Parlamento por confundir a gritos torrentianos la barra del bar y el escaño, o aquellas salidas de tono contra los homosexuales o los desahuciados por los bancos. Como todas las moléculas de agua, el chulesco y castizo Pujalte tiene sus tres átomos que lo definen como esa frase suya que describe nuestra época. Al átomo de diputado de larga duración sin mérito alguno para ello se le suman el átomo de las constructoras amigas que se llevaban concesiones públicas y, como no podía ser de otra forma, el átomo de exdirectivo de equipo de fútbol. Pones a Pujalte encima de la tele junto a la flamenca y el toro y no desentona.

No será ético, pero es legal. Lapidario. De sombrero. Resumiendo, querido Quevedo, tú serás muy de letras, muy leído y todo lo que quieras, pero el señor de la imagen lo ha definido mejor que tú lo harías en cien vidas de literato con gafas. Bueno, perdona el rollo y las molestias por resucitarte. Y ya que estás por aquí pide la cuenta y paga tú, que yo no traigo suelto. No será ético, lo sé, Quevedo, pero es legal.