Novela por entregas
García contra la España zombi (IX)
En el que Iceta da un giro inesperado a la trama
Guillem Martínez 10/08/2016
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Resumen de lo publicado: Iceta llama a García desde la Habitación del Pánico del PSC, en la que está encerrado, protegiéndose, se supone, de un Capitán Estadella desaforado, que se ha ido a Barcelona en Blablacar a matar zombies catalanes como un poseso. Por lo demás, ayer no hubo capítulo, que Martínez estaba para el arrastre. Como dice Van Morrison, habrá más días como éste. Concretamente, dos. Uno la semana que viene, y otro la otra.
En cuanto Iceta colgó, lo tenía claro. La epidemia zombi había cruzado el Ebro. Había que actuar con rapidez. Le dije a Rivera que se bajara la app de Blablacar a toda castaña y que se pillara dos asientos. Pasillo o ventanilla. Luego me fui pitando a la habitación en la que ya dormía Quimetta. Mientras la contemplaba, durmiendo en pelota picada y ofreciendo al mundo toda la belleza y todo el esplendor de una fruta madura, en el momento en el que está más repleta de jugo y carnosidad, estuve valorando cómo le soltaba que me piraba a Barcelona por un tiempo indeterminado y la dejaba tirada, en pleno agosto, con dos niños. Dos horas después, y ya descartadas 126 posibles explicaciones, opté por los clásicos.
--Quimetta, que bajo al zombi y me voy a comprar tabaco. No tardo.
--Eh... Oh... Baja la basura, plis.
Rivera me explicó que había pensado en las necesidades vitales de ambos dos, de manera que había pillado dos plazas en un coche conducido por un fumador diabético.
--Usted podrá fumar como un carretero y, como que el chauffeur tendrá que parar frecuentemente para ingerir féculas o azúcares, yo podré ponerme las botas. Empiezo a tener hambre, García.
--Rivera, es usted un crack.
Quedamos en Cibeles. El chauffeur llegó como un clavo. Atravesamos Madrid. Atravesamos esa zona del postMadrid repleta de clubs --hay tantos clubs que uno no puede dejar de pensar que este es un país con una rica tradición asociativa--, y entramos en la negra noche hasta Alfajarín, nodo de comunicaciones viales, en el que, en efecto, el chauffeur se tomó una patata hervida, y Rivera tres cochinillos crudos. No paramos hasta Zaragoza, en cuya área de Piedras Blancas el chauffeur tomó una bebida rica en azúcares, mientras que Rivera se pimpló tres ternascos de Aragón, tan poco hechos que balaban. Cómo comía Rivera. Si en vez de ser un zombi, hubiera sido una gallina, hubiera sido la legendaria polla insaciable de la que tanto se hablaba en mi instituto.
--Le veo muy pálido, ¿no se estará mareando?-- dijo el chauffeur, precisión al volante pero también amabilidad, a Rivera.
--Tranqui. Mi amigo es emo-- tercié.
En la oscuridad de los Monegros me pareció ver personas solitarias, caminando, solas, hacia Barcelona. Caminaban como zombis. Empezaba a temerme lo peor. La radio daba noticias, a su vez, que orientaban sobre la posibilidad de que lo de los zombis se hubiera desmadrado. Verbigracia: se informaba sobre el hecho de que la Seguridad Social estaba pagando pensiones a chorrocientosmil muertos. Aún era de noche cuando entramos en Barcelona. Por la radio explicaban el pacto C´s-PP, que hacía escasas horas había comunicado al mundo Arrimadas vestida de Rivera.
--¿Pero de dónde van a sacar los votos para la investidura, Rivera, si se comió a todo el grupo parlamentario?
--Está todo hablado. Todos nuestros votos se delegarán en mí, es decir, en Arrimadas. Además, contamos con la abstención de los diputados del PSOE, que usted y Estadella han decapitado.
--Son lo peor.
--Gracias.
Me sorprendió, empero, que a los seis puntos iniciales para el pacto, propuestos por C's al PP, se hubiera sumado un séptimo: "La inversión de I+D para un nuevo modelo productivo, cuyo eje será la cría del cochinillo". No había duda de que Rivera estaba en contacto telefónico con Arrimadas. Y que, además, la línea la pagaba yo mediante mi tarifa Fool Of The Pot Vodafone.
El chauffeur nos dijo que dónde quería que nos dejara. Le dije que en la sede del PSC.
--¿La nueva o la vieja?
Lloré de emoción. Blablacar era la utopía realizada. Me pregunté cuanto tardaría en pelársela el nuevo gobierno PP-C's.
La puerta del PSC estaba abierta. De un hachazo preciso. Su interior estaba copado por el silencio, la sangre y los cuerpos desmembrados. Oímos, no obstante, unos martillazos lejanos. Fuimos avanzando hacia la fuente de ese sonido, hasta que vimos al Capitán Estadella dándole infructuosos hachazos a una puerta blindada. Se supone que la Habitación del Pánico del PSC. Estadella, a su vez, estaba tan ensimismado en lo suyo que parecía no reconocernos.
--Rayos --dijo- Rivera está irreconocible. Debe ser el único zombi del mundo que ha engordado.
--De eso quería hablarle. Su pensión alimenticia debe de ser renegociada.
Estadella nos puso al día. Entró ayer en la sede del PSC. Se peló con suma facilidad a la ejecutiva. Salvo a Iceta, al que localizó detrás de esta puerta que estaba golpeando desde hacía horas, como un machacas.
--Esto, ¿está seguro de que eran zombis, Estadella?
--Segurísimo. Bramaban cosas zombies. Aún me parece oírles. Vociferaban algo así como "No em mati, si-us-plau". Fue espantoso.
Estadella volvió a darle a la puerta con el hacha.
--¿García es usted?-- dijo, por fin, Iceta, desde el otro lado de la puerta. Si es así, dígale al viejo que pare ya con el hacha, que la puerta es de titanio.
--Es un periodista de su generación, Iceta. No sabe lo que es el habeas corpus, va a saber lo que es el titanio. Pare ya, Estadella --Paró-. ¿Usted se encuentra bien? -Dije, para cambiar de tema.
--Estoy como unas santas pascuas. Aquí hay de todo. ¿Puedo ofrecerles algo?
Rivera me dijo algo al oído.
--Un cochinillo.
--Marchando.
Por la gatera de la Habitación del Pánico salió un cochinillo.
Estadella me dijo algo al oído, a su vez.
--Y un chinchón... Y ya puestos un spritz.
--¿De Campari o de Aperol?
No cabía duda de que Iceta estaba bien pertrechado, y de que el proyecto socialista era sólido, mientras duró.
Repetimos ronda todos, menos Rivera, que optó por la becada que, recurrentemente, le apetecía.
--¿Le va bien Bècasse à la mode de Paul Bocuse?
--Le va. Pero abra la puerta, hombre.
--Sí, en eso estaba pensando ahora.
Por la gatera salió una becada humeante.
--¿Cómo me ha localizado? ¿Cómo me relacionó con Estadella y me hizo la llamada?
--Por el Matajari-II. Los miércoles nos toca al PSC. Vimos cómo entraban en la sede de Ciudadanos.
--¿No nos vieron cuando entramos en la del PSOE?
--¿Qué?
--Nada, nada.
Una cámara de seguridad nos enfocó en ese instante.
--Hombre, también está Rivera. Hola, Albert.
--Hola, Miquel, com anem?
--Millor que tu. ¿Rivera es un zombi, no?
--Lo es--dije.
--García. Veo que está en el ajo de lo de los zombis. Por eso le llamé. Tengo algo importante que decirle. Acerque la oreja a la gatera, que le cuento. ¿Otro spritz, por cierto?
--Venga ese spritz.
Lo que me dijo Iceta, por lo bajini y a través de la gatera, me dejó, lo dicho, de pasta de moniato.
--Se ha roto el pacto constitucional.
--¿Me lo dice o me lo cuenta?
--Lo que quiero decir es que han roto el pacto que hicimos, en el 78, de que no nos morderían más.
--¿Quienes?
--Los zombis. ¿O ahora me va a decir que no sabía que la Guerra Civil fue una masacre zombi? ¿Que el Franquismo era Zombie Power por un tubo? Siempre que lo ven todo perdido, sacan los zombis. Ahora han vuelto a tener miedo, y han vuelto a morder. Su objetivo es un Gobierno Zombi, apoyado por una mayoría parlamentaria zombi, una suerte de Partido Único Zombi.
--¿Pero quiénes? ¿Quiénes muerden?
--Pregúntese mejor a quién han mordido. Yo vi a Pedro con el muerdo en el cuello, me levanté del Comité Federal y me fui pitando al AVE. Para no levantar sospechas, dije que me iba a por tabaco.
--Me gusta su estilo, Iceta.
--En el AVE, por cierto, me topé con el pesado de Francesc Homs, portavoz de CDC, o del Partit Demòcrata Català, o de com collons es digui aquest matí, con otro muerdo en el cuello. Les están mordiendo en las negociaciones. Por eso votaron la Mesa del Congreso con el PP y C´s, la minoría zombi. A estas alturas CDC ya debe de ser zombi en su totalidad. Tal vez los de ERC también. La CUP, fijo, con esa manía de dar abrazos fraternos a los de CDC, dejándoles el cuello al descubierto.
--¿Y qué hacemos?
--Gestione la información y búsquese la vida. Por mi parte, no pienso salir de esta habitación hasta que llueva cochinillos.
--A mi ya me están lloviendo cochinillos. A 60 pepinos la unidad.
--Eso es todo. Corto y fuera. Abur.
El mundo se caía a mis pies. ¿Qué podíamos hacer? Y, más importante aún, ¿cómo le explicaba yo al Capitán Estadella que era más catalán que el pan con tomate?
Continuarà...
Resumen de lo publicado: Iceta llama a García desde la Habitación del Pánico del PSC, en la que está encerrado, protegiéndose, se supone, de un Capitán Estadella desaforado, que se ha ido a Barcelona en Blablacar a matar zombies catalanes como un poseso. Por lo demás, ayer no hubo...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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