El Hacha
Lo que a mí me importa
Desde que llegó el bendito señor de negro, los atléticos somos mil veces campeones de Europa, porque no necesitamos un título, un trofeo o una portada que lo acredite. Ya los somos. Sólo nos falta disfrutarlo
Rubén Uría 19/04/2017
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Pancarta en la grada del Vicente Calderón durante en partido contra el Leicester.
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Abusaré de su confianza. Con perdón y con la venia, apetece ser políticamente incorrecto. Es posible que el Atlético logre estar en su tercera final de Champions en cuatro años y que la pierda. Me importa un pimiento. Es factible que el Atlético pueda perder su tercera final de Copa de Europa en cuatro años y que lo vuelva a hacer ante el todopoderoso Real Madrid. Me importa un comino. Si eso sucede, no me suicidaré, ni me rociaré con gasolina, ni me prenderé fuego a lo bonzo, porque seguiré siendo quien soy, seguiré siendo fiel a la causa que defiendo, seguiré teniendo que pagar la hipoteca y el sol seguirá saliendo por las mañanas. Es posible que Diego Pablo Simeone, el señor que ha devuelto el orgullo y la grandeza a los que ya se habían conformado con recoger las migajas que se le caían de la mesa al Madrid, se vaya del Atlético sin ganar la Champions que su esfuerzo merece. Me importa un rábano, porque seguiré creyendo que es el entrenador número uno de todos los tiempos, la autoridad moral número uno del sentimiento rojiblanco y el tipo que ha hecho posible el milagro de los panes y los peces.
Es viable que el Atlético, a pesar de su insistencia en perseguir un sueño en el que nadie creía hace años y que otros le siguen negando, caiga derrotado en las semifinales y no alcance ni siquiera la final de Cardiff, siendo eliminado por otro equipo que no sea el Madrid. Me importa tanto que me lo apuntaré en mi agenda de cosas que me importan un pito. No sería raro morirse sin alcanzar el sueño dorado de ver al Atlético de Madrid campeón de Europa con menos recursos, dinero y estrellas que el resto de gigantes de Europa. Y con total sinceridad, si eso sucediese y uno se fuera al otro barrio sin esa satisfacción, me importaría una hez del tamaño de la copa de un pino y tres abetos.
A uno lo que le importa es ver que hay un grupo que se comporta como una familia, que está dispuesto a morir y matar por su líder, que ha consagrado lo mejor de sus vidas a una camiseta
Verán ustedes, a quien esto escribe, lo que le importa va más allá de ganar o perder, de salir de una final riendo o llorando, de tener una vitrina llena o vacía. La verdadera gloria está más allá de la victoria. Siempre lo ha estado. A uno lo que le importa es ver que hay un señor que vive dedicado, en cuerpo y alma, a superarse continuamente en una carrera de obstáculos, con el enemigo en casa, contra todo y contra todos, sin más apoyo que el de la afición y jugadores. A uno lo que le importa es ver que hay un grupo que se comporta como una familia, que está dispuesto a morir y matar por su líder, que ha consagrado lo mejor de sus vidas a una camiseta y que exige y merece un respeto que debería ser universal. A servidor lo que realmente le importa es que ve un equipo que juega a lo que sabe y quiere, que no juega para contentar oídos, que no quiere gustarle a nadie y que se abre paso entre la jungla mediática, a golpe de esforzado piolet. A uno, que es periodista y atlético, más que atlético y periodista, lo que le importa es ver cómo los jugadores, entrenadores, aficionados y periodistas extranjeros le conceden al Atlético la categoría de equipo grande e histórico, mientras aquí se le sigue negando el pan y la sal a un equipo tremendo, porque lo único que vende es el eterno y perezoso bucle de la guerra Madrid-Barça y la competición por ver quién es más beneficiado, quién protesta más o quién tiene o presume de más o menos valores.
A mí lo que me importa es ver a Gabi jugar con una fisura en las costillas que le impide respirar y verle seguir corriendo persiguiendo lo que otros le dicen que es imposible, destrozando su cuerpo y explorando los límites de su resistencia física. A mí lo que me importa es ver a Saúl correr como si no hubiera mañana, después de dos años orinando sangre, porque su amor por el Atlético está por encima de su salud. A mí lo que me importa es ver a Augusto destrozarse la rodilla y verle batallar contra la adversidad para volver cuanto antes y demostrar que es un guerrero. A mí lo que me importa es ver a Griezmann pasarse dos meses en el banquillo, no quejarse nunca, correr el doble, morir por el entrenador y consagrarse como una estrella mundial. Una que no se quiere ir, aunque se lo pregunten cada día cien veces a la hora de desayunar, comer y dormir, porque a la prensa de este país le parece pecado que juegue donde juega. A mí lo que me importa es ver que Vrsaljko se rompe y está contento porque Simeone le ha dicho que, si trabaja y se cura antes de lo previsto, volverá a tener la oportunidad de jugar para él. A mí lo que me importa es ver que Tiago, que no nació colchonero, dice que morirá colchonero. A mí lo que me importa es ver a Juanfran pedir perdón por fallar un penalti, como si esa afición no le quisiera el doble de lo que quería antes porque lloró con él un río y algún día sonreirá abrazada a él. A mí lo que me importa es ver que Godín, al que le han llovido ofertas que le triplicaban el sueldo, se ha roto todos los huesos de su cuerpo por defender una camiseta que empapa en sangre y sudor, pero nunca en vergüenza. A mí lo que me importa es ver cómo Fernando Torres, jugué bien o mal, marque o no, sea titular o suplente, sigue enamorado del Atleti como la primera vez. A mí lo que me importa es ver a Simeone, programador de una máquina de competir, acercarse a Vardy, darle la mano, levantarle del suelo y decirle que puede estar orgulloso de su trabajo.
A mí lo que me importa es ver a mil atléticos orgullosos que viajaron a Inglaterra, a las Midlands, para sentirse orgullosos de sus representantes en manga corta. A mí lo que me importa es ver cómo toda Europa, sabiendo la estatura de los rivales del Atlético, sigue reconociendo los méritos incuestionables de un equipo que lleva toda la vida sabiendo que las cosas le cuestan el doble que a los demás. A mí lo que me importa es sentirme identificado con una forma de ser, con una gente que me representa y con una camiseta que, durante estos cinco años, sólo le ha dado alegría a mi corazón. El Atleti, como reza su himno, no es el mejor, pero pelea como el mejor. A mí lo único que me importa es sentirme orgulloso de los que llevan mi camiseta, la defienden y la honran. A mí lo único que me importa es que, desde que llegó el bendito señor de negro, los atléticos somos mil veces campeones de Europa, porque no necesitamos un título, un trofeo o una portada que lo acredite. Ya los somos. Sólo nos falta disfrutarlo. No hay nada más maravilloso que ser feliz con uno mismo. Y gane o pierda, los atléticos somos muy felices. Ni en mil años que pasen podríamos serlo más.
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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