En la imagen de ahí arriba vemos un cartel en el cual un sheriff de serie B con mirada bobalicona se publicita a sí mismo enseñando pistola y bandolera de hombre duro con el dinero de los vecinos del condado. El cartel además de enseñar esconde. Concretamente esconde la marca de su partido, el Partido Popular. Porque el sheriff, aunque no lo parezca por la mirada, es un hombre listo y sabe bien que, tal y como están las cosas, un logo de la gaviota acompañando a ese "Limpiar" a estas alturas podría entenderse por alguna cabeza malpensante como limpiar otra cosa.

Cuando al alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, conocido por ser el primer alcalde juzgado por xenófobo, le preguntaron por los tintes racistas de su lema electoral, él respondió que qué es eso del racismo del que le hablan, que ni idea, chico, a mí que me registren. A ser posible que me registre un blanco, claro. Aseguraba el alcalde que ese "Limpiando Badalona" se refería a otra cosa y que él no es racista, de hecho, tiene muchos amigos que no son racistas. Asunto zanjado pues. Si hay algo peor que un miserable es un miserable que se esconde.

A los gobernantes de cualquier ciudad con inmigración y mezcla como Badalona podríamos clasificarlos según el éxito en su labor de integración. En un escalafón alto situaríamos al gobernante que consigue gestionar de tal forma que logra la armonía entre las diferentes culturas que conviven. En un escalafón medio situaríamos al gobernante que, con buena intención pero con falta de la capacidad necesaria, tuviera dificultades para armonizar esa convivencia y tendría que dedicar su tiempo a apagar los conflictos que pudieran surgir. Y en el escalafón más bajo estaría el gobernante que fomentaría esos conflictos derivados de la convivencia provocando incendios para sembrar racismo y recoger los votos que de otra forma nunca lograría por su incapacidad como gestor. Ahí abajo, y no arriba en ese cartel, es donde está García Albiol.