Baloncesto
El plan no fue infalible
Tras una temporada pasada de ensueño el Real Madrid ha descabalgado en Europa. El cansancio, las lesiones y una plantilla sensiblemente inferior en áreas claves del juego explican la caída del actual campeón de la Euroliga
Mariano Galindo 11/05/2016
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Pocos días después de que el Real Madrid cayera eliminado en los cuartos de final de la Euroliga y no pudiera renovar su cetro continental, se empezaron a asociar nombres para el proyecto de Laso de cara a la temporada 2016/17. Nada raro en el mundo del deporte, con aficiones deseosas de paliar el disgusto por la derrota con ilusionantes nuevas figuras. Lo noticioso en este caso fueron los nombres en sí, porque ilustraban muy a las claras los problemas que ha acarreado el Madrid durante toda la campaña, al menos en Europa, que es donde se ha pegado el gran golpe, quizá no fracaso, pero sí gran decepción.
Que sonaran, con mayor o menor fuerza, Víctor Claver, Othello Hunter y Anthony Randolph no era casualidad. Los tres miran más a la zona que a las líneas exteriores; tres jugadores cuyo trabajo, exceptuando en cierta manera a Claver, se desarrolla en la pintura. Ahí el Madrid de esta temporada es donde ha vivido sus peores pesadillas. No las únicas.
El hecho de que sea un equipo donde el núcleo duro se conoce bien y que este tenga a algunos de los mejores jugadores españoles del momento, acompañado de pívots esenciales como Ayón, le ha dado al Madrid para ganar su tercera Copa del Rey seguida y para estar en disposición de pelear por la reválida de la Liga ACB.
Pero Europa es otra cosa y la configuración de la plantilla del Madrid enseñó grietas desde la primera fase, sudó sangre en el Grupo de la Muerte del Top-16 y acabó cediendo irremediablemente en cuartos de final ante el Fenerbahçe del maestro Obradovic.
Respecto al juego interior, es reseñable la poca querencia del vitoriano Pablo Laso por determinados pívots: Tomic, Mejri, incluso Bourouis, no eran exactamente lo que buscaba el entrenador, que se decanta por centers que se adapten mejor a un sistema de juego rápido. Hay que decir que este juego rápido está construido desde una defensa que no ha existido en la mayoría de los duelos continentales de la 2015/16. Slaughter, que se marchó a Turquía a pocos días de comenzar el curso, era el pegamento atrás, el hombre que más allá de los números daba un plus de fuerza y de defensa y era capaz de alterar la tendencia de un partido. Su marcha, por motivos puramente económicos, dejó a Laso sin una pieza que, desde que la empezó a usar frecuentemente en diciembre de 2014, se había revelado como esencial en el esquema blanco.
En lugar de Slaughter, Laso dispuso de Jeff Taylor, un desacierto a todas luces, como todos los fichajes acometidos para esta temporada. Incluso así, con la poca prestación de los nuevos, el Madrid ha seguido levantando trofeos. Porque la base es muy competitiva, aunque sin la adaptación de los debutantes, no da para rendir en Europa. Taylor no era Slaughter. Se pudo ver en algunas ejecuciones de jugadas defensivas, como la famosa donde Laso hace una presión a toda pista con el pívot de punta presionando al base en la salida del balón. Nadie lo hacía mejor que Slaughter. Evidentemente, el Madrid no se ha quedado en cuartos de final por jugadas como esa, pero sí se trata de una buena muestra de cómo los fichajes no han dado la talla y cómo eso se ha reflejado en la pista.
Ni Taylor, ni tampoco Thompkins, un enigma hasta hace unas semanas. Salvando su partido ante el Barcelona hace unas semanas en Liga ACB, el estadounidense es la mayor decepción del año, hasta el punto de que Laso se olvidó de él llegado un momento determinado en los partidos decisivos de Euroliga.
Antes de cumplirse el primer tercio de la temporada el equipo daba señales de un enorme cansancio, tanto mental como físico. En diciembre el Real Madrid tuvo que afrontar tres partidos a vida o muerte para seguir en Europa. “Venimos de ganarlo todo, no hemos descansado y eso es muy duro en todos los aspectos”, comentaba Sergio Rodríguez en una de esas jornadas complicadas.
Porque, además de los fichajes que no han carburado, al Madrid le ha pasado factura el hecho de tener que remar desde septiembre, con un grupo de jugadores españoles que venían agotados y sin descanso del Eurobasket. Paliza para el cuerpo en el doble duelo de la Intercontinental en Brasil, partido de 48 minutos ante los Celtics, Supercopa de España… El Madrid se plantaba tocado físicamente a mediados de octubre sin haber empezado la parte más dura. Llegaron las lesiones en otoño, el equipo concedía puntuaciones cercanas a los cien puntos a menudo en Europa, y en ACB en ocasiones, a Rudy se le extrañaba demasiado en defensa, otra ausencia más en la línea de achique que el Madrid terminó pagando. El parche de Ndour, jugador de características al estilo Laso, un interior rápido, de brazos largos, intimidador y que se puede mover fuera de la zona con provecho, no arregló nada. En el fondo, Ndour era una versión muy desmejorada, y con matices, de Víctor Claver, el gran anhelo ahora blanco. No es casualidad que sonara su nombre tras la eliminación de la Euroliga, aunque el pelirrojo siempre ha sido uno de los futuribles para el Madrid.
El mismo núcleo duro de jugadores, formado principalmente por los españoles más Ayón, dio para salir adelante, llegar al Top-16, donde parte de los dramas del Madrid para meterse en cuartos hay que buscarlos en la configuración de un grupo atroz, con todos y cada uno de los rivales, menos el Zalgiris quizá, candidatos a pasar a las eliminatorias.
A los chicos de Laso no se les puede decir que no han competido, que no han peleado, que han jugado con fuego porque así lo han querido y sólo se han puesto las pilas cuando no había red. Nada de eso. Simplemente, no han dado para más.
El esqueleto de la plantilla, basado en ese grupo de nacionales, con Llull, Rodríguez, Rudy y Reyes al frente, más Ayón, Nocioni y Carroll , además de otros extranjeros complementarios pero no estrellas, algo no muy común en el baloncesto europeo de élite, sirvió para ser el mejor Madrid de la historia en 2015. Pero este curso, los extranjeros llegados no solo no marcan diferencias por encima del resto, sino que su impacto en el juego ha sido limitado, nulo en varias fases. No hablamos de Ayón, sí de Taylor, Thompkins, en menor medida de Nocioni --al que el peso de los años y las lesiones ha obligado a una administración más radical de los minutos-- o de Rivers, quien no ha sido ni parecido al jugador que volvió aclamado en diciembre pasado tras unos meses en Alemania por el manido tema de los pasaportes. KC no se ha acercado a la figura que resolvió duelos hace un año, a ese zurdo de oro capaz de aniquilar enemigos desde la línea de tres. En ese sentido, en un plantel que vive mucho del triple, con la ausencia de Rudy y la versión b de Rivers, los incombustibles Llull y Carroll han estado algo solos.
Hunter, Randolph, Claver. Los nombres de posibles para el Madrid señalan el lugar donde ha estado uno de los problemas en Europa. Udoh y el Fenerbahçe fueron la muestra última de que el plan de este curso tenía una salida de agua principal: el juego interior y la defensa. Eso y, unido a ello, la poca relevancia de los fichajes, que Willy Hernangómez y Lima hayan entrado en la rotación de forma intermitente, las lesiones, el calendario y lo difícil que es ganar siempre en el deporte resumen un discreto año del Madrid en Europa. Incluso así, sigue levantando títulos. En España. Europa es harina de otro costal. Los rectores de la canasta madridista lo saben y trabajan para renovar el plan. Fuerza atrás, pívot determinante, más si se va Ayón, y extranjeros contrastados y no complementarios serán las claves en la planificación de la próxima plantilla blanca. Los Llull, Rodríguez y compañía ya no pueden conquistar Europa solos. Por muy buenos que sean, que lo son.
Pocos días después de que el Real Madrid cayera eliminado en los cuartos de final de la Euroliga y no pudiera renovar su cetro continental, se empezaron a asociar nombres para el proyecto de Laso de cara a la temporada 2016/17. Nada raro en el mundo del deporte, con aficiones deseosas de paliar el disgusto por la...
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Mariano Galindo
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