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Imaginen la escena: John Banville, escritor irlandés, premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014 y estilista deslumbrante, está discutiendo con su mujer. "Una pelea de pareja, como tantas". De repente ella dice algo y lo expresa tan apasionadamente y con tanta corrección, que él para en seco la discusión y pregunta: "¿Puedo usarlo, por favor?". Banville mismo contó la anécdota recientemente en la Fundación Osde de Buenos Aires, durante su primera visita a la ciudad, en el marco de la Feria del Libro, que se extiende hasta el 11 de mayo. "Devoramos a la gente que nos rodea; los escritores no somos seres humanos de verdad, usamos todo para escribir, estamos al costado de la vida real", remató el autor de El mar.
En diálogo con el editor y narrador argentino Luis Chitarroni, quien lo definió como "uno de los mejores escritores contemporáneos",responsable de "libros absolutamente extraordinarios como Copérnico", Banville habló de muy buen humor durante poco más de una hora sobre literatura, cine y ambiciones.
¿Cuál de sus libros es el que más lo enorgullece?, preguntó Chitarroni.
"El próximo. Ese es el que saldrá perfecto. Intentamos hacer las cosas bien. Intentamos. Lo único que importa en el arte es la calidad de la falla. Por eso Beckett decía 'falla de nuevo, falla mejor'. Yo odio mis libros, me avergüenzo de ellos. Un amigo me recomienda que no diga estas cosas porque no siempre se entiende a qué apunto. No digo que no sean buenos incluso pueden ser mejores que los de los demás, pero si no fracasara en mis intentos, en lo que aspiro a lograr, dejaría de escribir. Esto, claro, es una ironía".
Los libros de Banville son exigentes con el lector. Algo que el autor busca y explica por la influencia de la poesía en su obra. “Me gusta pensar en mí como un poeta; hablo de la clase de poesía que inunda la prosa y expresa con tal intensidad algo, que debes tomarla o dejarla. Auden decía, un poema se lee o no, reclama atención total. He intentado escribir prosa que tenga ese mismo nivel de intensidad y de demanda".
¿Sus temas? Todo aquello que la memoria y la imaginación puedan acariciar: tanto la psicología de un asesino (El libro de las pruebas) o de un espía exquisito (El intocable) como el recuerdo del amorío entre un adolescente y una mujer madura (Antigua luz) o el modo en que una mente científica concibe el mundo (Copérnico, Kepler). Disparadores argumentales que Banville lleva siempre más allá de la anécdota, convirtiendo sus libros en una reflexión sobre la existencia y trabajando el lenguaje a un nivel de elocuencia emparentado con la música. Henry James ("Para mí reinventó la novela como forma artística"), Yates ("Un ejemplo de alguien que no temió sentirse un artista y hacerlo con alta poesía") y Joyce ("Al leer Dublineses a los 13 años me di cuenta de que la literatura podía tratar de la vida, con su gloria y su calamidad") fueron algunos de los autores a los que Banville rindió homenaje esa noche en Buenos Aires.
Pero fue Simenon ("Su dureza es maravillosa y está para mí entre la mejor literatura del siglo XX") quien, según dijo, lo inspiró a inventar a Benjamin Black, el seudónimo con el cual Banville firma sus exitosas novelas de suspense, entre ellas La rubia de ojos negros, en la que resucitó al mismísimo Philip Marlowe, el detective creado por Chandler en la década del 30. "Yo iba a cumplir 60 años, quería hacer algo nuevo que me permitiera ganar dinero. Esperaba que Black me hiciera rico, pero va muy lento", bromeó. Al hablar de esas novelas de misterio que escribe durante los veranos, Banville se desdobla: "Benjamin Black es un artesano. Escribe con gran rapidez, lo disfruta y yo lo odio con todo mi ser. Banville, en cambio, intenta ser un artista y está sumido en la confusión y el terror". Es curioso estar tan cerca de un autor que admiramos. Dan ganas de hacer lo que Orlando, el personaje de Virginia Woolf, quien confiesa en esa novela que durante su encuentro con un poeta hubiera querido preguntarle: "Dígame todas las cosas del mundo". Banville no reveló tanto pero sí que se pasó años tratando de ser un "escritor europeo" ("Odio la idea de ser un pequeño habitante de una isla, aferrándome a esa pequeñez"), y que aspiraba a escribir "una novela de ideas al estilo de las de Thomas Mann o Hermann Broch", autores cuyas obras atesora, hasta que se decidió a dejar de lado la influencia de esos ecos y avanzar en la búsqueda de su propia voz.
La última aventura del autor de Antigua luz (Alfaguara) es escribir para cine. Suyos son los guiones de The Last September, El secreto de Albert Nobbs, protagonizada por Glenn Close, y El mar, entre otros, filmes. Frente a las críticas que escucha de algunos escritores sobre el mundo editorial, Banville ríe, asegurando que el universo de la pantalla grande es peor: "En Hollywood todo el mundo cree que sabe escribir, desde el productor hasta el encargado del catering".
Imaginen la escena: John Banville, escritor irlandés, premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014 y estilista deslumbrante, está discutiendo con su mujer. "Una pelea de pareja, como tantas". De repente ella dice algo y lo expresa tan apasionadamente y con tanta corrección, que él para en seco la...
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Raquel Garzón
Raquel Garzón es poeta y periodista. Se especializa en cultura y opinión desde 1995 y ha publicado, entre otros libros de poemas, 'Monstruos privados' y 'Riesgos de la noche'. Actualmente es Editora Jefa de la Revista Ñ de diario Clarín (Buenos Aires) y Subdirectora de De Las Palabras, un centro de formación e investigación en periodismo, escritura creativa y humanidades.
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