Novela por entregas
García contra la España zombi (XII)
Capítulo 12, o palabras de amor, sencillas y zombies
Guillem Martínez 13/08/2016
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Resumen de lo publicado: el virus zombie se ha extendido por Catalunya vía Francesc Homs. García, el Pilila, el Chapas, y Rivera van a la Cerdanya a darle para el pelo. Pero la Cerdanya ya es un desierto. Por lo que se van a l'Empordà, donde Rahola prepara una paella para el staff CDC, en el convencimiento de que Homs se presentará a morderlos.
Eran 6 horas hasta Cadaquès a través de carreteras putrefactas y dalinianas. Lo que en terneras podría significar el exterminio de la raza pirenaica, y en desgaste psicológico humano, otro pico. Cuando salimos del término de Santa Maria D'Oginus, para aumentar más el estrés, nos encontramos con un control de los mossos. El grupo panicó, pero no yo, que lejos de ponerme nervioso entendí la situación como una nueva prueba a nuestro sistema de mimetización White Pijos & Cayenne. Que fue superada por todo lo alto y con nota. Los mossos sólo nos pararon para invitarnos a un puro y a un copón promocional de Cardhú --nos regalaron también unas gafas de sol y unas camisetas Cardhú; le pusimos una a la ternera--, y para recordarnos que podíamos utilizar, siempre que quisiéramos, el Túnel Josep Tarradellas, cuyo acceso estaba a 100 metros. Según nos explicaron, el túnel, de reciente inauguración y sólo hábil para funcionarios y cargos políticos y técnicos nivel Cayenne, unía Barcelona, Cerdanya, el Empordà y tres santuarios marianos, con Andorra, en una obra de ingeniería que aceleraba tiempo y gestiones.
En efecto, llegamos a Cadaqués en 10 minutos. Aún tuvimos tiempo de darnos un chapuzón en una playa nudista. Si la ternera de Rivera hubiera sido hinchable, hubiéramos pasado por una despedida de soltero. Sólo después de una guerra de agua y un concurso de pililas --ganó, por KO, el Pilila--, nos dimos cuenta de que no había nadie en la playa. Y, después, en el casco urbano. Esto parecía Santa María d'Oginus, pero en pelotas. Decidimos vestirnos e ir a merendar al célebre Lo Cannes Català. Tenía tantas estrellas Michelín que la NASA estaba investigando varias. Nos tomamos tres raciones de las célebres anchoas de Cadaqués. Y Rivera, un tonel y, de postre, la ternera.
En los postres, el célebre chef Josep Antoni Cannes, se nos agregó a la mesa, en ese momento en el que los chefs planetarios se sientan en tu mesa para explicarte milongas, y tú sonríes con la boca llena de dientes. Se interesó, en primer lugar, por la calidad de su servicio.
--Lo mejor, la ternera-- dijo Rivera.
Para paliar ese agravio y dar palique, yo ponderé por las anchoas, confitadas en su punto óptimo.
--No las hago yo. No creo que lo conozcan, pero las hace el chef de un restaurante madrileño en progresión. Tu Puta Madre Feliz.
--Un nombre muy fresh y muy cool-- dije.
Luego nos interesamos por el sector Anxova CDC. Momento en el que el chef empezó a llorar. CDC, por lo que fuera, este verano sólo traía traumas al sector hostelería. Nos dijo que hacía un día que no venía al restaurant ni el gato.
-- ¿Sabe si Francesc Homs se ha llegado hasta estas costas agrestes?
-- No sabría qué decirle. Todos van vestidos de blanco y pasa como en las pelis de chinos, que hasta media película no identificas a los protagonistas.
Decidimos no dilatar más nuestra misión, pagamos y nos encaminamos hacia Can Crispada, la residencia estival de la Rahola, de la que el chef nos había dado las señas. Íbamos copados por el sentido del peligro y la responsabilidad, conscientes de que, si esto fuera una novela, igual era el último capítulo. Al llegar a la puerta nos sorprendió que varios agentes de los Mossos estuvieran muertos frente a ella. El Chapas, un profesional, lo verificó.
--No tienen cerebro. O están muertos, o son oficiales.
Accedimos a Can Crispada. Yo, empuñando el hacha minúscula. No se percibía ninguna presencia. Tan sólo el rumor lejano de alguien cantando, a la guitarra y con gruñidos, "Paruales d'amor", de Serrat. Seguimos el sonido hasta acceder al hall-dinner-room. Lo que vimos fue dantesco, siempre y cuando pensemos que Dante escribió Los Bingueros, o La Abeja Ruinasa.
Quién tocaba la guitarra y gruñía era un zombie vestido con sombrero de paja y bermudas. EL Chapas se cuadró ante él.
--Coño, es el Jefe-- dijo.
El zombie, el cappo di tutti cappi de los mossos, dejó de tocar la guitarra, nos miró y se desplomó. Muerto. O, era un zombie, remuerto. Sólo entonces vimos la escena en su totalidad. Frente a sendos platos de paella repletos estaban, estirados en sus respectivos pufs, los Presis Puigdemont y Mas, el Director de TV3 y la Fulla Parroquial de Sant Joan Despí --no eran dos personas, que era una que simultaneaba cargos--, los directores de los periódicos El Puntàs, El Progrès de la Mare de Déu, del digital CanWeb, así como todo el staff de CDC desde el nivel de sub-oficial. También estaba Joan Laporta, exPresi del Barça y Campió de Catalunya de Lluita Sumo. Todos eran zombies. Pero, carentes de sentido, y víctimas de una suerte de ataque, temblaban entre convulsiones. A parte del Cap del Mossos, que se había quedado frito, sólo había otro cadáver. Por el tatuaje en su nalga --un rostro de Mas, y el texto "Amor Perraco"--, supimos que era la Rahola.
Era imposible saber lo que había pasado. Así que pedí sus móviles a el Pilila y a el Chapas, y se los introduje en el cerebro de Mas y Puigdemont.
-- Ostres, esto es otra cosa-- dijo Mas, aún aturdido.
-- President, ¿qué ha pasado? ¿Ha sido Homs?
-- Homs... es... un valiente…-- dijo, torpe.
En ese momento, Puigdemont recuperó el habla:
--Sí, un valiente hijo de puta. Nos pegó un muerdo en la anterior paella, hará 28 días. Y mire.
-- ¿Pero no ha venido Homs hoy a la paella?
-- No, sus instrucciones eran precisas-- dijo Mas --hoy tenía que ir al ensayo general de la mega-mani del 11 de Septiembre. Este año la vamos a liar. La idea era disfrazar a todos los manifestantes de lagarteranas, para que el mundo se asombre y entienda el problema catalán. Y eso es un problema de intendencia que sólo puede solucionar el bueno de Ho...Mas no llegó a decir la ms final. Traspasó.
--Me habré quedado sin saldo-- dijo el Pilila.
No siempre se muere una autoridad en tus narices. De manera que improvisé un discurso fúnebre que acabó con un "...murió como vivió".
--Cony, cuando me muera yo, se me baja un discurso fúnebre de Google, García-- a esas alturas, ya nos habíamos presentado.
-- ¿Qué ha pasado, President?
-- Pues nada, que habíamos quedado para una paella y hacer chistes sobre el Procés, cuando nos convertimos en zombies.
--¿Y por qué no nos han atacado? El zombie, ya sabe, tira para el monte.
-- Somos zombies. Pero por encima de todo, catalanes. Estamos por el orden y el civismo. No gritamos ni practicamos estridencias ni violencias. El mundo y la UE han tomado buena nota de ello.
-- ¿Y qué comen? Me consta que un zombie come más que una lima.
-- Nos comemos a nosotros mismos. Por dentro.
-- No me vacile. Afuera hay tres mossos a los que les han devorado el cerebro.
-- Eso es cosa del Cap dels Mossos. Su abuelo era murciano, y los mossos se chotearon cuando se arrancó con Serrat.
-- ¿Y la Rahola? Sólo queda la carcasa.
-- Es que esa tía crispa. Habla hasta debajo del agua. Ustedes hubieran hecho lo mismo.
-- Pozí-- dijo Rivera.
Buenos. Los zombies catalanes de tota la vida no eran una amenaza, salvo para ellos mismos. La Cerdanya y el Empordà estaban vacíos, pues habían sido auto-ingeridos. La mala noticia es que Homs seguía suelto, no se estaba comiendo a sí mismo y en breves horas se iba a un ensayo general del mani 11S-2016, que la ANC había decidido orientar bajo el slogan: "La lagarterana catalana per un nou Estat i el Govern de sempre. Més que mai". Podría ser la eclosión del virus zombie.
Decidimos llevar a Puigdemont a Lo Cannes Català, tentarle con una becada mar-i-muntanya, e intentar ir luego al ensayo de la mani Largateranes Més que Mai.
Deséennos suerte.
Continuará...
Resumen de lo publicado: el virus zombie se ha extendido por Catalunya vía Francesc Homs. García, el Pilila, el Chapas, y Rivera van a la Cerdanya a darle para el pelo. Pero la Cerdanya ya es un desierto. Por lo que se van a l'Empordà, donde Rahola prepara una paella para el...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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