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Me lo ha dicho mi amiga Carmen: desde que no salgo yo en tus columnas, están como más sosas. Sí, es verdad, reconozco. O más distanciadas. 

Hace un sol radiante, y estamos en diciembre. Abrigadas hasta los dientes, pese a los 18 grados,  y rodeadas de familia y amigos, a ver, que estas son las navidades. 

—¿Y tienes algún crimen fresco?

—Qué va. Pero te apuesto unas ostras a que antes de que vuelvas a Madrid hay alguna chica menos…. 

—Las pago con gusto, querida. Ni una más, por favor. Y lo digo sorbiendo (las ostras si se sorben, aunque sea con tenedor. Y no el té, que es una ordinariez) una cantábrica en la terraza de La Mar. En Peña Herbosa. Que no veníamos desde el verano. En toda España van 49 víctimas este año. ¡Y todavía faltan fiestas! Las entrañables fiestas familiares tienen ese lado oscuro: hay tantas veces que terminan a palos, rellenando el gran iceberg del maltrato machista, del que las muertas son la punta más dramática y visible. 

Carmen, que vino a Santander como asesora puntual de Homicidios, va alargando su comisión de servicios. Que no pueden prescindir de ella, vaya, y ha cambiado el sur ventoso de Cádiz por este Norte del cambio climático. 

—Estoy arreglando el piso de mi madre.

—O sea,  que te quedas.

—Bueno, ya veremos. 

Aquí, me viene a decir, la delincuencia real es muy de guante blanco, muy de negociados, que dicen los argentinos. Connivencias entre la política y la construcción, por ejemplo. Planes de gentrificación, por ejemplo.

—Date una vuelta por El Faradio, la revista digital, que, aunque toca otros temas, se dedica muy especialmente al urbanismo. Ahora tienen en producción ya, con una campaña de crowdfunding  todavía en marcha,  un libro en papel. Y agüita la otra cara de lo bonita que está Santander….

—Ah, la conozco. Su proyecto de libro, Expulsados, se titula, a partir de sus trabajos de investigación, tuvo el premio para periodismo verdadero de Libros.com y CTXT, mi revista. Y, efectivamente, apoyados en los movimientos y plataformas  ciudadanas, y aportándoles datos y visibilidad, han ido desmenuzando los planes, planazos digo yo, que se están desarrollando en los últimos años. El Plan San Martín, por ejemplo, o el de Barrio Camino.

—Ya sabes: se va expulsando a los vecinos de toda la vida, suben los precios, negocio a la vista. Y claro que está muy bonito! Tenemos que darnos una vuelta por el Tiro, donde patinábamos de pequeñas, y vas a ver qué preciosidad… Los costes humanos son otra cosa.  

—El asunto es que no cuentan con los vecinos, con los ciudadanos. Pero a juzgar por lo que dicen estos periodistas valientes, la movilización es cada vez mayor. Por una idea de ciudad pensada para la gente, y no para el negocio de unos cuantos.    

—Y las comisiones de otros cuantos.

Oscar Allende, Guillem Ruisánchez y Eva Mora, los tres de la generación de “La bola de cristal”, aquel programa  del que tomaron el críptico nombre de su revista, proponen lo que el mismo título dice: acceder a la “transición urbanística pendiente”, de Santander, cambiándole los sujetos. Ellos tienen una historia qué contar, y la están contando. Y se están implicando, porque el trabajo del periodista es siempre político, aunque muchas veces lo sea por defecto, y entonces…. entonces son de derechas!  Y a mí me gusta esa manera de hacer política, y periodismo de investigación, de estos jóvenes de la generación de mi hijo. Los que vieron los sábados el programa de Lolo Rico, de la Bruja Avería, de Alaska…. Ese que algunas madres nos comimos, entre sorprendidas y admiradas.

—¿Ves?, me dice Carmen. Petros Márkaris encontraría aquí ambientes y materiales para una de sus novelas…. Las de la crisis, por ejemplo. Que digan lo que digan, no ha terminado, ni sus daños.

—Yo ahora estoy con mi adorado Camilleri. El último publicado por Salamandra, Muerte en mar abierto. Ocho relatos de ocho casos del joven Montalbano, que supongo que vendrán de las tramas de la serie de televisión protagonizada por un joven Salvo, que es el mismo de siempre pero con menos años, más entusiasmo e idéntica compasión y falta de respeto a la autoridad competente. Me encanta siempre. Soy fan.

Y no soy la única. Por ejemplo, lo es Paco Camarasa, el que fue librero de la desaparecida Negra y Criminal, la librería de Barcelona, por la que han pasado todos los autores de novela eso, negra y criminal, y que acaba de publicar Sangre en los estantes (Destino), que es un recorrido por el género, o mejor, los géneros que se ocupan del crimen y los ambientes y las sociedades en que se produce. Y de las mentes, las motivaciones, en fin, lo que son estas novelas. No hace una historia al uso: en realidad, recorre las estanterías alfabetizadas de su librería ideal, y mezcla análisis riguroso y recuerdos personales, lecturas propias y datos históricos. En fin, se lee magníficamente, y puede ser una estupenda guía para rellenar esos huecos que los lectores aficionados al tema, yo al menos, tenemos. Porque Camarasa es una enciclopedia andante.

—Pues tú podrías ponerte a ello. Siempre has querido escribir una policial, ¿no?

—No sé —le digo. Todo se andará.