García en el país favorito de la divina providencia
Capítulo XIV. Meritxell attacks
Guillem Martínez 18/08/2017
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RESUMEN DE LO PUBLICADO: García prosigue con su plan. Hoy está con Giovanni y con Meritxell en un restaurante millonetis, y necesita salir con una cita con Puigdemont y Junqueras.
Por la experiencia que me había dado la vida, sabía que, en una conversación, el punto más largo hasta el punto al que quieres llegar, es la línea recta. Así que inicié la típica conversación intrascendente, sofisticada y chic.
-- No quiere irse el calor, eh, cagundena.
-- ¿Hemos venido a hablar del tiempo?
-- Me pareció una buena idea empezar a hablar varios metros antes del tema que nos ocupa. Además, apenas sabemos nada de nosotros. Yo soy un muerto de hambre, ¿y usted? Hábleme de usted.
-- Yo soy lo que ve. ¿Qué ve?
-- Citándola, una mujer que nunca pasará hambre.
-- Pues aunque le cueste creerlo, la pasé. Tuve una infancia feliz, pero distorsionada por el hecho de que mis padres me educaron en el error.
-- ¿Eran creacionistas? ¿Del Real Madrid?
-- Peor. Anarquistas. Y el error al que le aludía es que creían que el dinero no era importante. ¿Sabe lo que es comer cada día una materia insulsa, sin gusto ni sabor?
-- Vaya que si lo sabemos --ese era Giovanni--. Mira, ya vienen las ostras.
Giovanni olió las ostras.
-- Huelen a mar.
Giovanni probó las ostras.
-- Son una explosión de mar.
Giovanni puso sus ojos en blanco.
-- De pronto mi frente se ha quebrado, como dice el Génesis, y entiendo la felicidad de cuando éramos unicelulares y vivíamos en la mar salada, sin más deber que vivir. Intuyo que la vida es un secreto de colores. Y comprendo que tomahawk es una palabra alegre por sí sola.
-- ¿Está bien el niño?
-- Está en la gloria. Nunca había tomado una ostra. Está en trance. Y ha descubierto la perífrasis, que para Ortega era el origen de la poesía. Podemos hablar tranquilamente, que él va a lo suyo. ¿De qué estábamos hablando?
-- De pasta. Tras la carrera, poseedora de kilos y kilos de hambre atrasada, decidí hacerme funcionaria, para evitar así los vaivenes del destino. Opté por la inteligencia policial. Me parecía una antítesis, por lo que creí que no daría un palo al agua.
-- ¿Se confirmaron las expectativas?
-- En términos generales. Ahora, con lo del referéndum, hacemos más horas que un Rolex. A veces dudo de mi elección.
-- Yo dudo entre el frescor del osetra, la esferidad del beluga, o la sencillez perpleja del sevruga--. Este era Giovanni, que le estaba dando al caviar.
-- Y, ya que ha salido lo del referéndum, ¿como se vive por allá arriba?
-- Están acollonits. Pensaban tirar del cuento varios años. Total, estaban en un territorio en el que nada era ni carne ni bacalao, en el que se dedicaban a no hacer nada y a decir cosas que nunca se habían dicho, con lo que la parroquia estaba con la boca abierta. Pensaron que el procesismo era algo así como el catolicismo, otra disciplina que dominaban. Vamos, que creyeron que podrían estirarse hasta el fin del mundo modulando homilías periódicamente, y haciendo lo que les saliera de las pelotas en el interín.
-- Un chollo.
-- Un chollo. Milenario. Hasta que los otros patriotas les empezaron a dar para el pelo. También son católicos, pero más de Cruzada que de homilías en Montserrat. Desde que les amenazaron con tocarles el patrimonio y enviarles al trullo, están más moscas que un pavo en Navidades, si se me permite, ya que estamos, una imagen católica. Ahora se están pegando de leches a ver quién firma la convocatoria.
-- ¿Tanto como eso?
-- Y no firman nada ni hartos de Aromas de Montserrat. Sólo le diré una cosa: tienen tanto reparo en firmar cualquier documento que ayer llegó a la Generalitat un jamón por SEUR, y nadie quiso firmar el recibo.
-- Entonces, ¿las urnas?
-- La única urna que tienen es la que contiene las cenizas de Wilfredo el Belloso, en Ripoll, bello municipio y capital de comarca
-- ¿Y no tienen ningún planete?
-- Sí. Puigdecabanes. Tenía contacto directo con Junqueras y Puigdemont...
-- Ole tú.
-- ¿Perdón?
-- Nada. Prosiga, Meritxell.
-- Pero Puigdecabanes, el único hombre dotado de iniciativa y valentía en todo esto del Procés, ha desaparecido. Para mí que el tal Puigdecabanes no existe. ¿Usted lo ha visto?
-- Con estos ojos que se van a comer los gusanos. Entonces, el desánimo debe de ser llamativo, ¿no?.
-- Lo fue. Pero el mensaje de la Virgen les ha puesto las pilas. Desde que la Virgen lo emitió que están analizándolo. Han movilizado a todos los curas con conocimientos de hermenéutica. Que, como supondrá, son todos. Tienen hasta al padre Apeles, que aquí le llaman Apel·les, dale que te pego.
-- ¿Han llegado a alguna conclusión?
-- La de siempre desde el emperador Constantino. Que Dios está con nosotros. Interpretan que, de alguna forma, si Dios baja a la Tierra, será para apoyar la causa procesista.
-- ¿Y cómo lleva la CUP eso?
-- La CUP está a favor del advenimiento de Dios. De hecho, han pactado con Junqueras y Puigdemont un documento en que fijan que prefieren la llegada del Dios de Isaías, del de San Mateo y, mejor aún, de Krisna. Pero que, si viene a convocar el referéndum, y tiene los huevos de firmarlo, también admitirían, con un sí crítico, al Dios del Antiguo Testamento más homofóbico, racista y skinhead, siempre y cuando, y aquí son taxativos, no se hospede en un apartamento turístico.
-- Entonces, ¿cómo está la cosa?
-- Se han vuelto locos. Jefatura está en asamblea permanente en lo que denominan The War Room, haciendo ejercicios espirituales y rogando al cielo una señal para el referéndum.
-- Y no llega, ¿no?
-- Esta mañana a primera hora, aún no.
-- Pues Meritxell, agárrese, que lo que tengo que decirle le va a cortar el hipo. ¿Y si le dijera que soy poseedor de un plan del propio Puigdecabanes, mi amo y señor, para adquirir las urnas, y que ese plan no implica ir al trullo?
-- Le diría que las urnas son lo más fácil en un referéndum. Falta censo, programa informático, Junta Electoral... Y ganas. Las urnas no son nada. En Tiananmen, por ejemplo, votaban en cajas de Surtido Cuétara.
-- Sí, algo he leído al respecto. Pero estoy convencido de que sus superiores recibirían esta noticia como agua de mayo. Por fin pasaría algo. Algo que no fuera una homilía, quiero decir.
-- Me temo que sí. ¿Por cuanto nos saldría la ganga?
-- Por 500.200 euros.
-- ¿Por 8.000 urnas?
--Las harían unos científicos chinos.
-- ¿Y los 200 euros que me endosa tras los 500.000?
-- Es que querría invitarla a cenar, Meritxell.
A Meritxell, en ese momento, le dio un ataque de risa. Reía como una gorda. Todo el salón, en ese momento, se puso a buscar con la mirada la versión gorda de Meritxell. No la veían por ningún sitio.
-- Me gusta su estilo, García. Respecto a su business, no lo puedo asegurar, pero es una propuesta tan irreal y deshonesta que, me temo, la respuesta será sí. Deme unas horas.
-- El caso es que necesitaría cerrarlo directamente con Puigdemont y Junqueras, a quienes debería ver, a más tardar, mañana. Son órdenes explícitas de Puigdecabanes, que me llama cada día desde New York, y no sabe a lo que sale la conferencia.
-- Tomo nota. Por cierto, García, otra cosa...
-- Soy todo oídos.
-- Tenga cuidado. No sólo con la estafa que va a hacer en nombre de ese tal Puigdecabanes, que sólo conoce usted, y de la que puede salir airoso, por cierto. Tenga cuidado también, y mucho, con el CNI.
Meritxell me estaba advirtiendo de algo de lo que no tenía por qué advertirme.
-- Tenemos interceptadas sus comunicaciones. Y les importa un bledo las urnas y Puigdecabanes.
-- ¿Qué es lo que les importa?
-- Dios. Quieren a Dios. De alguna manera creen que Dios ya está aquí, que está en Barcelona y que está muy próximo a usted. Quieren capturarle, y usted es el señuelo. Estos también han tenido a Dios de su parte desde siempre, y ahora lo quieren tener en sus manos, literalmente. Ándese con ojo.
Giovanni estaba llorando de emoción, con un cacho de trufa blanca en la comisura de sus labios.
-- Una trufa es todo el bosque en tu boca.
-- Hijo, vamos, ya pasó, ya pasó.
Vino la factura. Tenía tantos números que podría ser un cupón de la ONCE. Meritxell se sacó la Generalitat Express de la liga. Yo puse la propina. Unos 20 euros en monedas de céntimo.
-- Nos ha costado la torta un pan--dijo Meritxell--. Hasta fin de trimestre, los mossos tendrán que perseguir a los malos en Uber. Espero que lo que me ha dicho les sirva a los jefes.
Momentos antes de irse, Meritxell volvió a abrirse la raja de la falda, enseñando al mundo otra vez su liga, e inundando el salón con un aroma de flores. De la Liga, a su vez, extrajo 20 euros.
-- Tenga, para un taxi, me temo.
-- Muchas gracias.
-- No las merece. Ya le dije que, de pequeña, se me educó en el error de que el dinero no importa.
Vimos irse a Meritxell por el salón. El ruido de sus tacones sobre el suelo parecía el sonido del corazón del planeta, que latía. Y, por cierto, estaba muy contento.
-- Esa señora es como la trufa, como las ostras.
-- ¿Algo lejano?
-- No. Cuando te explotan en la boca, una trufa y una ostra son algo más grande e incomprensible que una trufa y una ostra.
Volví a girarme para volver a ver a Metitxell. Copado por su belleza, me acordé de Quimetta. Justo en ese instante subieron hasta la mesa una ratones. Como que era un restaurant millonetis eran ratones de raza, mitad afgano, mitad modelo sueca de bikinis. Empezaron a cantar el estribillo de Vete, de los Amaya. Espanté a los ratones con la servilleta antes que Giovanni se coscara.
Bueno. Todo iba bien. O, según como le diera al CNI, todo iba mal. En eso sonó mi teléfono. Era Estadella, del CNI.
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Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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