García en el país favorito de la divina providencia
Capítulo XVII. L.A., My Lady
Guillem Martínez 22/08/2017
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San Cu-ñao Mártir.
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RESUMEN DE LO PUBLICADO: García ha pasado la noche con Afrodita, Venus, para los amigos. Y espera pasar la mañana con, todo lo contrario, Puigdemont y Junqueras.
Núria y el menda le estuvimos dando al DYC durante un rato, en silencio, hasta que decidí --¿a quien no le ha pasado?-- volver a dormir con Afrodita. Fue al levantarme cuando Núria volvió a abrir la boca de la cara.
-- Por cierto, García, querría comentarte un aspecto.
-- ¿De qué se trata?
-- Esparraguera.
-- Dime.
-- Está acojonado. Hoy no ha querido venir a dormir a casa. Dice que cada vez que le ves le chuleas 20 euros. Yo le he dicho que no eres así. ¿No eres así, verdad?
-- Estadísticamente no, pero...
Iba a explicarle a Núria que había estado testando la identidad divina de Esparraguera. Pero decidí acabar arreando con la conversación.
-- ...pero creo que Esparraguera ha confundido mi singular gracejo con un caso, de libro, de bulling, denunciable en fiscalía. Mañana --me miré el reloj--, es decir, hoy mismo, pienso no sólo pedir disculpas a Esparraguera, sino invitarle, con gastos pagados, a unas vacaciones en California. Por cierto, y en otro orden de cosas, creo que puedes dar por concluidos nuestros problemas con el CNI.
Volví al cuarto. En la oscuridad vi la brillantez del cuerpo de Afrodita durmiendo. Me senté en una silla, a observarla. Estuve así hasta que salió el sol, en ese momento, de la nada surgieron dos amorcillos, que empezaron a volar, alegres, en círculos sobre Afrodita. Afrodita se despertó, emitió un bostezo muy gracioso y se incorporó. Medio dormida, se dejó vestir por los amorcillos que, revoloteándola, la vistieron. En un vuelo de colibrí, uno le puso el péplum, y otro la túnica. Estaba bellísima. Se miró en el espejo del dormitorio. Puso cierta cara de fastidio.
-- De humana, vestidme de humana.
Los amorcillos chistaron, le quitaron la vestimenta y le pusieron ropa desaliñada del siglo XXI. Luego, uno de los amorcillos la despeinó, hasta que Afrodita fue convertida en Mòquina. Los amorcillos desaparecieron. Mòquina se sentó en la cama, frente a mí.
-- ¿Un pito? -Dije, ofreciéndome uno de mis marlboros.
-- Venga ese pito.
Estuvimos fumando en silencio. Invertí, por mi parte, el fume, en volver a estar consciente de que estaba, ni más ni menos, ante Afrodita, la hija postmortem de Cronos, la hermana menor de Zeus, nacida de la espuma de mar en las costas del actual Chipre. Se dice rápido. Podría decir que nunca se tiene un Dios delante para entablar conversación. Pero, en las últimas semanas, ese no había sido mi caso. Aún así, inicié la típica conversación Dios-mortal.
-- ¿Qué se siente? Quiero decir, ¿qué recuerdas de tu nacimiento, en el mar? ¿Qué eras antes?
-- Recuerdo estar entre la espuma de las olas, era como un ser unicelular, sin más deber que vivir. Bueno, básicamente sigo siendo eso, pero en pluricelular. Recuerdo que el mar tenía el gusto de una ostra cuando explota en el paladar. Una ostra es algo complicado. Es algo más importante que una ostra. Por eso, determinadas zonas de los humanos tienen gusto a ostra. De pronto, tuve la necesidad de ser yo. Y nacía. El resto ya lo conoces. García...
-- Dime, Afrodita.
-- Soy, como sabrás por tu EGB, diosa del amor. Por lo que me permitirás darte un consejo. El amor es como el oro.
Dios, que frase más trillada, pensé.
-- No es una frase trillada. Escucha. El oro, todo el oro de la Tierra, no es de la Tierra. Proviene del espacio. Vino en forma de meteoritos, que penetraron la corteza terrestre, cuando aún no existía, y sembraron el subsuelo de oro. El oro no es de vuestro planeta. Por lo que nunca os acostumbraréis a él. De hecho, metéis la pata continuamente con el oro, hasta el punto de haber creado, no sé, el FMI, o la Cuenta 1,2,3 del Santander. El amor, es un poco lo mismo. Lo traje yo. Y yo no soy humana. No es extraño, por eso mismo, que siempre os hagáis la picha un lío con el amor. Disfruta de él, y nunca sufras por él. Recuerda que no es humano. Yo os envidio por ese hecho. Para mí son tiernas vuestra rupturas. Vuestro dolor de amor para mí es un cosquilleo que habla de vuestra ternura. Es normal, en fin, que el amor choque contra vuestra fragilidad. La fragilidad es vuestra condición. No estáis preparados ni para los mosquitos. Imagínate para el amor.
Y, luego, dijo algo enigmático. Y, aún no lo sabía, fundamental en esta historia.
-- Para problemón con el amor, el mío.
Salimos. Núria ya estaba en el sobre, y Pepé se había volatilizado. Le preparé unos huevos fritos a Afrodita. Por extraño que pudiera parecer, Afrodita tenía saque por las mañanas, por lo que se veía. Luego se fue al Club de Cánnabis Luxurous. Quería ser la primera en llegar porque, según me dijo, era muy aparatoso cuando, en el vestuario, los amorcillos la vestían de Chica Bond. Cuando partió, estuve leyendo la prensa en la pantalla rota de de mi iphone, hasta que sonó el portero automático.
-- ¿García?
-- Sí.
-- Mensajero del CNI. Que traigo un paquete.
Bien. Mi plan iba viento en popa. El mensajero subió, me dio un paquete, y me hizo firmar en una pantalla táctil que, como siempre, no funcionaba. Después de mucho garabatear, sólo admitió la firma de Luis XIV, y el DNI de Sergio Ramos. Otra vez a solas, comprobé el contenido del paquete. Eran, en efecto, los billetes a L.A. para Giovanni y Esparraguera y 5.000 euros. Yupi.
El primero en volver a casa fue Giovanni. Le expliqué que se piraba, ahora mismo, al bar mitzváh del primo Elvis. Y le expliqué las reglas del juego.
-- Coge esto.
-- ¿Qué es? No había visto esto nunca.
-- Se llama 5.000 pepinos. Es para vuestros gastos.
-- ¿Nuestros? ¿Quién me acompaña?
-- Esparraguera, aka Papagino. Dale alpiste tres veces al día. Y, quién dice alpiste, dice ostras, esa cosa más importante que las propias ostras. Cuida de él, que es un buen tipo, si bien un poco raro. Tómatelo como el hermano pequeño que se cayó de la cuna de cabeza que todos hemos querido tener. Y, por la gloria de tu madre, que no cante el Ave María en el bar mitzváh, u os tendréis que ir por piernas hasta Tijuana. Por lo demás, pásatelo bien. Come y triunfa.
Cogí, de un cajón, una bolsa del Mercadona. Se la entregué solemnemente.
-- Toma, hazte la maleta. Y rapidito.
Mientras Giovanni estaba en ello, Esparraguera volvió a casa. Fui a recibirle. Venía vestido de Papagino, y traía una caja de cartón debajo del sobaco. Era evidente que había sido su cama esta noche. Nada más verme, puso cara de canguelo. Buscó, desesperadamente, algo debajo de su ala. Me lo entregó en actitud suplicante, mientras me decía:
-- García, sólo llevo 5 euros. Pero no me pegues.
Acepté el donativo. E, inmediatamente después, le expliqué lo de L.A. El pobre Esparraguera empezó a darme besos por todo el rostro. Eso me inundó de amor, esa cosa que no era humana, según Afrodita, en una teoría que estaba confirmando yo mismo en ese preciso momento, cuando, sin poderlo remediar, empecé --lo siento, pero es que estaba a huevo-- a tomar el pelo a Esparraguera.
-- Es importante que acudas, vestido de Papagino, a un local de música en directo que se llama Whisky a go-go, en L.A, donde empezaron The Doors, u Otis Redding. Pregunta por el manager, diga que va de parte de García y pídele un casting. Si es como yo, sabrá reconocer a una estrella.
Esparraguera ya estaba en éxtasis de agradecimientos mil. Giovanni, un santo, se lo llevó de la mano. Salí con ellos hasta la calle. Pedí un taxi con un movimiento perpendicular de brazo.
-- ¿Vamos a L.A. En taxi? Te va a costar un huevo, García -- Dijo Esparraguera, antes de empezar a besarme los pies.
Los metí en el taxi. Y, acto seguido, me fui a Ta Puta Mare Feliç, a ver como iban las urnas. Iban, por cierto, de película. El Señor Chang y su cuñado, para demostrar la solidez de su producto, se subieron a una, sobre la que desarrollaron una aparatosa tabla de movimientos marciales de los monjes Shaolín, que finalizó con el Señor Chang dándole una patada en los huevos a su cuñado. El truco consiste en un complejo sistema de concentración, que evita el dolor. Era un complejo sistema de concentración que, por otra parte, el cuñado del Señor Chang, desconocía. Por lo que quedó doblado en el suelo. En su mandarín clásico, el cuñado pudo articular las siguientes palabras:
-- Cagon-to.
-- Cagon-to, en mandalín, significa...
-- Me hago a la idea, Señor Chang. ¿Cree que podemos contar con todo el pedido para mañana por la noche?
-- Mañana pol la noche no ploblema. Hoy -- Miró a su cuñado, revolviéndose en el suelo-- lo veo chungo.
-- Bien. Ya le indicaré el punto de entrega. Cuento con usted.
En ese momento sonó el teléfono. Era Meritxell. Esperaba esa llamada con ansiedad.
-- ¿García? Los jefes han accedido a su cita. Nos esperan en la War-Room en una hora. Ahora mismo paso a buscarle en Uber. ¿Me da una dirección?
Le di las coordenadas del restaurant del Señor Chang.
-- Meritxell, ¿qué relación tiene con los roedores?
-- Relación de pánico histérico, ¿por qué?
-- Toque el claxon, y no entre, entonces.
Bien, en breve tendría delante de mis narices a Puigdemont y a Junqueras, y mi plan se jugaría el todo por el todo. Hagan sus apuestas.
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Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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