Novela por entregas
García contra la España zombi (XVI)
En el que Esperanza Aguirre, ese ser que vino al mundo para demostrar que todo puede ir a peor, confirma que todo va a peor
Guillem Martínez 19/08/2016
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Resumen de lo publicado: ayer no hubo entrega, que estaba pocho. Por lo demás, García ha vuelto a su casa. El tipo piso de periodista de principios del siglo XXI, repleto de zombies. Estadella y García empiezan a planificar la eliminación de lo que parece ser el zombie alfa-omega: Rajoy.
-- ¿Y si lo dejamos, García? El día 30 hay convocado pleno en el Congreso. Esto está hecho. Rajoy será presidente, si no ese día, en septiembre o en octubre. Una vez sea presidente, dejará de morder, supongo. En el partido, la Comisión Europea o Cáritas, le insertarán un móvil en el coco y, hala, a tirar millas.
-- No creo que eso detenga el proyecto zombie. No estamos ya ante un plan para establecer un gobierno Zombie, sino para vertebrar España, como diría Ortega zombie. No pararán hasta que todo el mundo sea zombie. ¿Se ha fijado para cuando tienen pensado convocar elecciones, si la cosa falla?
-- En Navidad.
-- Exacto. En Nochebuena, la cena con la familia directa. El día de Navidad, en casa del cuñado. Creo que para entonces la mitad de la población ya sería zombie, y se aprovecharía ese encuentro anual con los cuñados para zombiear a la otra mitad. A temperatura y presión normales, tarde o temprano, en esa comida con el cuñado, el cuñado siempre acaba mordiendo.
-- Usted alucina, García. Que sepamos, en España hay más linces que zombies. Sólo quedan 82 zombies, si las cuentas no me fallan. Rajoy, hecho contrastado, los tres zombies catalufos que se trajo usted de Barcelona --Estadella aludía así a Rivera, Puigdemont y Homs--, y los 78 intelectuales zombies, una vez nos dejó el matrimonio Muñoz, que en paz descanse. Por cierto, les hice una necrológica acojonante, que envié al concurso de Periodismo Funerario El Ocaso. Me van a caer 20.000 sí o sí.
En eso, le dije a Estadella:
-- ¿Más linces que zombies, ha dicho? Me temo que no. Gírese, Estadella.
Estadella se giró y se quedó atónito.
Para explicar lo que vio cuando se giró, será necesario decirles dónde estábamos. Estábamos en el bar de debajo de casa, donde bajábamos a los zombies en tongadas de a tres, para que se desfogaran en la máquina de bailar, tal y como nos indicó Quimetta, esa gran organizadora. En estos momentos, Estadella y yo estábamos en una mesa, dándole a un chichón y a un spritz. Él, de espaldas a los zombies, yo encarado a ellos, no fuera que la liaran. Rivera estaba bailando como un poseso, regenerando el baile chunda-chunda. Puigdemont, a su lado, estaba apollardado. No era ya aquel zombie dicharachero desde que, en el Camp Nou, le cambié el teléfono insertado por el móvil de preadolescente-rapsoda, momento en el que le habían empezado a machacar el cerebro con vídeos de Musically y mensajes chorras de Instagram. Sabina --quizás sea por el sombrero, pero ese zombie acojona-- esperaba su turno con ansiedad. Como la máquina no descalificara en breve a Rivera --algo poco probable, ese hombre bailaba con la desesperación y ganas de quien ha sido educado en el pueblo de Footloose--, teníamos pollo fijo.
Lo que me llamó la atención, y por eso hice girarse a Estadella, es que la expresión de psicópata de Sabina había cambiado completamente. Estaba aterrorizado. Pero no era eso lo que quería que viera Estadella. Quería que viera el objeto que daba terror a Sabina, nuestro campeón, el zombie pitbull de nuestro criadero. Era otro zombie. Era el zombie de Esperanza Aguirre, que hacía cola para la máquina de bailar.
Iba junto a dos zombies más. Me sonaban. Eran dos MILFs del PP que salían en los telediarios periódicamente diciendo que sí detrás de Rajoy. Junto a ella había una mujer normal. Vestía con el punto apañado, pero con un pasado de hambre, finales de mes épicos y sábados por la mañana despertándose junto a alguien que no reconocía. Sí conocía ese aspecto. Esa mujer era periodista. Y estaba en el bar por lo mismo que yo. Para que sus zombies se desfogaran en la máquina de bailar. Esa mujer, en fin, era mi reflejo.
Cogí a Estadella del brazo y lo arrastré hasta la mesa de la periodista.
-- Nosotros también tenemos zombies en casa-- dije, eléctrico.
Esperaba que, tras esa confesión, mi reflejo me miraría aliviada, al saber que no vivía en un secreto vergonzoso, que había más zombies además de los que ella conocía y cuidaba.
-- Dígame algo que no sepa-- me dijo.
La chica explicó entonces su historia. Era una historia paralela a la mía. Era becaria en El País. Le había tocado pelarse agosto con chorradas.
-- ¿Me lo dices o me lo cuentas?
En cada una de esas chorradas, se había ido encontrando zombies. Al principio, los mataba en legítima defensa. Después, descubrió lo del teléfono móvil en el cerebro, y se los fue llevando a casa.
-- En la actualidad tengo en casa a Esperanza Aguirre y a todo el sector PP Estraperlistas Liberales. Además de a Cebrián, y la Dirección, el Consejo de Ancianos y la sección de política de El País, la tuna de PRISA y 58 zombies más.
La miré con estupor.
-- Pero eso no es nada. Un becario de Cinco Días tiene en su piso a todos los zombies de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, otro de JotDown tiene a la Sala Segunda de la Audiencia, un tal Martínez, de CTXT, tenía en su piso a la Comisión Nacional de Pesos y Medidas...
Fue enumerando. Un becario de Pronto tenía a todo el Consejo de Estado. Una becaria de Sálvame al Tribunal Constitucional, uno de Revista de Occidente a Pedregol y a toda la plantilla del Real Madrid. Eran cientos de zombies. El Régimen del 78 era, científicamente, zombie.
-- ¿Quién ha mordido a tus zombies?
-- Rajoy. A todos y en todos los casos.
-- Estadella, vaya pensando algo para cargarnos a Rajoy.
-- ¿Un plan para cargarse a Rajoy?-- dijo Esperanza Aguirre. -- Pueden utilizar el mío. Yo ya no podré hacerlo. Siéntense, se lo explico después del bailongo.
Esperanza Aguirre enseñó un colmillo a Sabina, que abandonó su turno en la máquina de bailar y se vino hasta debajo de nuestra mesa. Luego insertó una moneda y empezó a bailar como una posesa.
-- Dios, esto es Musically en 3D, exclamó Puigdemont.
Cuando acabo de mover el esqueleto y la musculatura zombie, nos explicó un plan infalible para neutralizar al zombie Rajoy mañana, en la tele, mientras le entrevistaba Ana Pastor.
Continuará...
Resumen de lo publicado: ayer no hubo entrega, que estaba pocho. Por lo demás, García ha vuelto a su casa. El tipo piso de periodista de principios del siglo XXI, repleto de zombies. Estadella y García empiezan a planificar la eliminación de lo que parece ser el zombie alfa-omega: Rajoy.
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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