Novela por entregas
García contra la España zombi (XVII)
En el que el señor Chang salva España y, por el mismo precio, la industria hostelera, envidia de Europa
Guillem Martínez 20/08/2016
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Resumen de lo publicado: García y el Capitán Estadella descubren que en Madrid hay cientos de zombies, recogidos por decenas de becarios que les ha tocado pringar en agosto. Esperanza Aguirre, a su vez, les cede su plan para neutralizar a Rajoy.
-- ...Y una vez allá, sólo hay que propinarle un hachazo, porque veo que ustedes son de hacha. En la sala anterior dispondrán de hachas, lanzallamas, granadas, misiles tierra-aire, y todo el material necesario.
Esperanza Aguirre nos acababa de explicar su plan para ecualizar a Rajoy. Con esas palabras finalizaban dos horas de monólogo, en el que nos había dado cuenta de un plan infalible para darle matarile a Rajoy, ideado por Aguirre en sus horas muertas, según nos comunicó. Yo me quedé blanco. No así el Capitán Estadella.
-- Toma realpolitik-- dije.
-- Los jóvenes de hoy en día sois unos moñas. Proyectos como el que nos ha detallado la señora Aguirre eran habituales en el segundo ciclo de Ciencias Políticas, cuando el señor Maravall fundó la egregia facultad. Ni pirámide de Kelsen ni hostias. Matesa, Sofico... --Estadella se emocionó--... Aquello sí que era política.
Aguirre dio por finalizada su exposición. Volvió a la máquina de bailar, y Sabina volvió a disponerse debajo de la mesa. Pedimos otra ronda y, Estadella y yo, empezamos discutir los pasos a seguir.
-- Al pasadizo que lleva hasta el plató de la Pastor, se accede por Génova, he creído entender.
-- Exacto. Desde el Salón Héroes de la División Azul Liberales.
-- Sólo llegar allí, si lo conseguimos, serán varias horas, según como esté de zombies la sede del PP. Y luego está el trayecto hasta el plató, otras tantas. No podemos dejar a nuestros zombies tanto tiempo solos.
-- ¿Qué pretende? ¿Que vengan con nosotros?
-- No. ¡Rivera! Venga aquí.
Rivera abandonó su turno de espera frente a la máquina de bailar.
-- Lamento interrumpirle.
-- No se preocupe. Me daba mal rollo estar al lado de la señora Aguirre.
-- Pues haberlo pensado antes de pactar con el PP.
-- No me dé la brasa. ¿Qué desea? ¿Las llamadas habituales?
-- Exacto, empiece por el Señor Jabugo. Inténtele sablear 20 euros para un taxi, y luego véndale esta moto: esta noche dispondré de unas declaraciones en exclusiva de Rajoy, en las que abordará el tema de su desaparición de la carrera política, si no de su desaparición a secas. Es posible que sean un tanto guturales, pero seguirán siendo periodismo-testimonio. Lo siento --dije a Estadella--, debo de buscarme la vida.
--Haga, haga-- dijo Estadella.
Rivera marcó el número del señor Jabugo.
-- Aja... Ajá... Ajá-- le dijo por el teléfono.
-- Qué, Rivera, ¿todo ajá?
-- Según como lo mire. El Señor Jabugo era un zombie. Se ha limitado a gruñir.
-- Me lo temía. Bueno, aparquemos ese tema. Llame al Señor Chang.
-- ¿Quiere que improvise el escaqueo habitual?
-- Hoy no. Póngase en modo manos libres.
Rivera marcó el número.
-- Lestaulante Tu Puta Madle Feliz. Dígame.
-- Señor Chang, García al aparato.
-- Me cago en sus honolables mueltos, Galcía. En flegadero hay montón de platos que no los levanta ni la selección china de gimnasia halta de esteloides.
-- De eso quería hablarle. Verá, hoy tampoco podré ir.
-- ¿Cómo tiene huevos de decil eso a alguien que sabe kun-fú?
-- ...Pero en contrapartida, tengo que ofrecerle un negocio al que no podrá decir que no. Escuche...
A partir de ahí, fue una jam-session de trolas que fueron adquiriendo forma y cuerpo a partir de una pequeña idea. Le expliqué que se iba a celebrar en Madrid la III Bienal del Cochinillo. Duraría una semana. Así que le pedí si era posible ocupar en exclusiva Tu Puta Madle Feliz con los asistentes al congreso. Sería todo muy frugal. Desayunarían, comerían, merendarían y cenarían allí. Además de pasar todo el día y la noche. El menú debería consistir en cochinillo. Cinco por bigote y día. Era importante que, de noche, les enchufara los móviles, que eran unos dejados. Y que no nos iría nada mal adquirir una máquina de bailar. Con todas esas explicaciones había captado la atención del señor Chang, que a partir de ese momento sólo me hizo preguntas profesionales, propias, por otra parte, de un profesional de la hostelería que vela por la satisfacción de su clientela. Del tipo:
-- ¿Qué coño es un cochinillo ¿Cochinillo existe o sel cachondeo como Dlagon Celestial Almónico?
Hice unos cálculos mentales. A parte de nuestros 80 zombies, también llevaríamos --no es bueno, en fin, que el zombie esté solo-- los zombies que acabábamos de descubrir que estaban almacenados en diversos pisos de becarios del todo Madrid. En total, me salían un millar.
-- ¿Mil conglesistas? ¿A cinco cochinillos por día? Tu loco.
Aquí me empleé a fondo. Tras lo cual, el señor Chang intercambió unas palabras en mandarín con su cuñado, que estaba junto a él, en la cocina del restaurant. Acto seguido, el señor Chang me pasó un presupuesto, en verdad competitivo. Le pregunté a Estadella qué le parecía la cantidad.
-- Fantástica. Si la Fundación March lo hubiera sabido antes, haría años que todos estos estarían encerrados en un chino comiendo cochinillo.
Nos pusimos manos a la obra. Le expliqué el caso a la compi que tutelaba a Aguirre, que empezó a llorar de la emoción. Me dio su dirección y la de los otros becarios. Estadella, yo y nuestros zombies subimos al piso. No tardó en llegar el cuñado del Señor Chang con la furgoneta, para iniciar los portes. A partir de ahí, fue una locura. Los zombis de los tres primeros viajes de furgoneta fueron, en efecto, a Tu Puta Madle Feliz. Los siguientes a un nuevo local que acaba de adquirir para tal cometido el señor Chang, y que se llamaba Tu Puta Madle Feliz II. Dos horas después, cuando se había hecho efectiva la cesión de la tutela de los zombies al señor Chang, ya existía todo un network de restauración china vinculado al campo semántico de una madre feliz. Como Tu Puta Tía Feliz I, II y III, y Tu Puta MILF Feliz I, II, III y IV, restaurantes que, tras ponerle ese rótulo, por cierto, vieron formarse una cola de clientes sin precedentes desde el racionamiento.
Cuando el último zombie abandonó el último piso franco, decidimos acometer nuestra entrada en el local del PP en Génova.
-- ¿Se le ocurre alguna idea brillante, joven?
Me fui al congelador. Saqué media pizza de un día que me salí de presupuesto. La descongelé en el micro --que volvía a funcionar después de que Arcadi Espada, que sabía de todo, lo hubiera reparado--, y embadurné con ese fragmento mi camisa y la del Capitán Estadella.
-- Entraremos como técnicos informáticos.
Nos fuimos a Génova.
Continuará...
Resumen de lo publicado: García y el Capitán Estadella descubren que en Madrid hay cientos de zombies, recogidos por decenas de becarios que les ha tocado pringar en agosto. Esperanza Aguirre, a su vez, les cede su plan para neutralizar a Rajoy.
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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