Novela por entregas
García contra la España zombi (XVIII)
Un viaje madrileño por las cloacas del poder
Guillem Martínez 21/08/2016
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Resumen de lo publicado: García y el Capitán Estadella, una vez han reubicado el grueso de zombies madrileños en los establecimientos del señor Chang, se disponen a hacer efectivo el plan que les pasó Esperanza Aguirre para neutralizar a Rajoy. EL primer paso es acceder a la sede del PP en la calle Génova.
El negocio de los zombies con el señor Chang salió redondo. Hasta el punto que le levanté una comisión de 20 euros para un taxi, que invertí en dos marlboros y en un billete múltiple de metro. Al salir en Colón, sabíamos que la nuestra era una misión difícil, pero empezamos a comprender que lo era mucho más cuando nos topamos con los primeros zombies en la calle. Se trataba de docenas de esas señoras que siempre hay en las terrazas aledañas de Génova, tomando all day long café con leche, y vestidas de su mejor época. Una época, por otra parte, en la que el daltonismo no era considerado por la OMS como una dolencia, a juzgar por el colorido de sus vestidos. Nos llamó la atención la naturalidad con la que eran atendidas por los camareros, que venía a demostrar que los zombies, como en su día los tangas o los desahucios, habían sido admitidos en la abierta sociedad madrileña como animales de compañía, tras un primer momento de sorpresa.
Ante la puerta del PP tuvimos nuestro primer problema. Un guardia de seguridad zombie velaba para que nadie la traspasara. El zombie empezó a gruñirnos, con cierta agresividad. Si nunca había superado un portero de discoteca, hoy no iba a ser menos. Yo hubiera tirado la toalla allá mismo. Pero Estadella, hombre de mundo, volvió a brillar con luz propia. Como todos los intelectuales de su generación, era un hombre políglota. Hablaba todas las lenguas. Es decir, ante cualquier lengua respondía gritando en castellano. Si, aún así, no se producía el entendimiento, gritaba más alto, hasta lograr una suerte de telepatía. Una vez --lo leí en uno de sus artículos recopilados en su Los españoles somos jedys-- consiguió que en el célebre Alain Ducasse à la Place Athénée, de París, un camarero le trajera pan después de gritarle diez veces: "¡¡Pan!! ¡¡He dicho pan!! ¡¡Qué parte de pan no me entiendes, imbécil!!".
Estadella se encaró al zombie y blandió su hacha y dijo:
-- ¡¡Somos informáticos!! ¡¡Venimos a reformatear discos duros!! ¡¡Mire el hacha!!
El zombie, para mi sorpresa, lo entendió a la decimonona. Accedimos al local.
El hall estaba repleto de zombies. El semisótano, donde estaban la sección juvenil Nuevas Generaciones, y la sección infantil Pelayos Liberales, era un hervidero zombie. El primer sótano, en el que los cuatro sectores del PP --Estraperlistas Liberales, Torquemadas Liberales, Falangistas Liberales, y Más Liberales que el Copón Al Punto de que Casi Hubiéramos Admitido la Constitución de 1812-- guardaban sus arsenales, era como una convención de zombies. El segundo sótano, que albergaba la Sección Femenina, Damas de Guerra Liberales, era una concentración zombie. Cuando por fin accedimos al sótano veinticuatro, lugar en el que se ubicaba el célebre salón Héroes de la División Azul Liberales, no comprendíamos como aún seguíamos con vida.
Estadella echó a los zombies reunidos en el salón:
-- ¡Vamos a formatear el disco duro del ordenador! ¡Saquen a los niños o se pueden quedar tontos!
Una vez solos, nos pusimos manos a la obra. Siguiendo la instrucciones de Esperanza Aguirre, localizamos el busto de bronce de Muñoz Grandes. Lo giramos. Ante nosotros se abrió el mural en el que Jefferson y varios divisionarios azules liberales re-evangelizaban Leningrado, y vimos la escalera que Aguirre nos dijo. Bajamos dos pisos hasta el monorraíl que Aguirre nos describió. Un esbirro de la Doctora Aguirre nos atendió a nuestras indicaciones, y nos indicó qué línea deberíamos tomar para nuestro propósito, así como dónde hacer el transbordo.
-- Vigilen no se equivoquen de línea. Rajoy es todo tieso, si cogen la línea 4 irían directos a cargarse a Manuela Carmena.
-- Gracias, es un esbirro muy amable.
-- Nada, nada. Para servirle.
Ya en el monorraíl, varios esbirros nos sirvieron sendas naranjadas. Llegamos a nuestra parada, y seguimos avanzando por un pasillo. De vez en cuando, nos cruzábamos con un esbirro, que nos saludaba. Llegamos a la escalera que nos conducía hasta el plató de la Pastor. Antes de subir, nos tomamos algo en un Lhardy. Y, por pura curiosidad, estuvimos chafardeando una tienda Manolo Blahnik, también atendida por esbirros. Tras hacernos una limpieza de cutis en otro establecimiento, nos pusimos al tajo. Accedimos a la sala repleta de armas, de la que nos habló la Aguirre. Abrimos una última puerta y, en efecto, ya estábamos en el plató de la Pastor. O, más precisamente, debajo del plató, que contemplábamos a través de una rejilla de ventilación.
-- No hay ninguna duda de que Esperanza Aguirre trabaja fino-- dijo Estadella.
-- Una artista. Empiezo a pensar que el gran mérito del Tamayazo no fue el Tamayazo, sino que aquel día Tamayo igual fue a la Asamblea de Madrid en submarino, a través de un canal subterráneo.
Estadella me hizo callar. Justo en ese momento, Ana Pastor y Rajoy se sentaron encima de nosotros, sobre la rejilla. Desde nuestro ángulo, les veíamos y escuchábamos con total claridad. Si Rajoy hubiera llevado minifalda, le hubiéramos visto el triangulillo. Ana Pastor, después de un breve captatio atentione, y una rápida captatio benevolentia, dio por iniciada la entrevista.
-- La sociedad española se ha hecho eco de varios rumores que recorren las calles --dijo--. Por, eso, para acabar con la ambigüedad, y para ofrecerle una respuesta clara, ahí va la primera pregunta: señor Mariano Rajoy, presidente en funciones, ¿es usted zombie?
Rajoy respondió, sin dudarlo ni enmendarse, con un gruñido zombie. Muy bueno. En el casting de The Wallking Dead le hubieran dado, sólo por eso, un papel para dos episodios. No obstante, Ana Pastor le miró fijamente, atenazándole con los ojos, como diciéndole "te voy a hacer cantar la Traviata", y prosiguió:
-- Veo que no quiere darme una respuesta clara. Se lo diré de otra manera. ¿Ha sido mordido por un zombie, de manera que es un zombie?
Y así, dos horas, durante las cuales, tanto Estadella como yo, estuvimos a punto de abrirnos las venas.
Cuando la entrevista acabó, sin que Rajoy confesara su adscripción zombie, la Pastor le felicitó por su vehemencia y se fue a que le quitaran el pinganillo. Momento en el que abrimos la rejilla y Rajoy cayó en nuestros brazos. Sin mediar palabra le inserté el móvil que le había mangado a Gutierrez Aragón en mi piso. Sólo había que esperar a que Rajoy empezara a hablar.
Esperamos cuatro horas. Y nada.
Continuará...
Resumen de lo publicado: García y el Capitán Estadella, una vez han reubicado el grueso de zombies madrileños en los establecimientos del señor Chang, se disponen a hacer efectivo el plan que les pasó Esperanza Aguirre para neutralizar a Rajoy. EL primer paso es acceder a la sede del PP en la...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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