Novela por entregas
García contra la España zombi (XXI)
Capítulo 21, en el que Iglesias es la gran esperanza blanca
Guillem Martínez 26/08/2016
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Resumen de lo publicado: Estadella y García descubren, en el despacho de Rajoy, que el zombi que inició esta epidemia zombi no es otro que Felipe VI. Ni el V, ni el VII. Que se dice rápido.
En el quiosco del Palacio de la Moncloa pillé mis dos marlboros. Guardé 10 pepinos para mi plan de pensiones, que descapitalizaba continuamente, y pedí a Rajoy que nos pillara un coche oficial a la voz de ya. Ya en el coche, un Capitán Estadella atónito intentaba comprender la secuencia.
--¿Qué pretende?
--Solucionar la situación. Por primera vez haré como un periodista de su generación, pasaré de explicar lo que pasa, y me pondré a recetar soluciones como un poseso.
--Pretende cargarse al rey, colijo. Sepa que no estoy de acuerdo. Es más, la monarquía es el sello y garantía democrática de España. Desde hace siglos. Sin ella, esto sería Rumble Fish. Ahí tiene a Fernando VII, jurando no sólo una vez, si no dos, la constitución más adelantada de su tiempo. Que se la pasara por el forro sólo compete a él y a la Divina Providencia. Y le advierto que, estas cosas, a la Divina Providencia, se la sudan. Gracias a él, no obstante, no hubo terror revolucionario extranjerizante. Hubo del otro, 100% español y por un tubo, pero eso sería otra cuestión. Su hija, Isabel II, fue la primera monarca en diferenciar el patrimonio público del privado, algo fundamental en una monarquía constitucional. Que acabara con el público y multiplicara el privado, son detalles que sólo competen a ella y a Dios. Que, como pasa de todo, supongo que será la diosa Kali. Alfonso XII paralizó la deriva democrática en España, sí. Pero, ¿que quería usted? ¿Otra Cataluña en mitad de Cartagena? ¿Una España Xanadú en la que todo el mundo follara como un cafre? ¿Quién haría la zafra? ¿Quién llevaría la caña al ingenio? ¿Usted? Alfonso XIII fue un dinamizador de la economía. Un emprendedor. Que la sociedad no entendiera que la participación de sus empresas, y las de sus amigotes, en la guerra de África sólo traía riqueza, sólo se explica en el retraso y cerrazón español. En el exilio, más allá del deber, siguió luchando por la implantación de la democracia en España. Es más, fue él quién solicitó a Mussolini, en lo que sólo se explica como sacrificio, la participación de la aviación italiana en aquella cruzada entre liberalismo y bolchevismo que fue una guerra civil entre hermanos. Su hijo Don Juan, liberal y aliadófilo, con riesgo de su vida se presentó voluntario en la columna Mola, aquel filántropo, para, sin duda, defender la Constitución. ¿Y qué decir de don Juan Carlos, partidario siempre de la legalidad vigente, incluso cuando no la había? Gracias a toda esa dinastía estamos, en fin, en Europa, a pesar de haber exterminado a tantos seres vinculados con la tradición occidental. ¿Y Don Felipe? Sí, puede ser que sea un zombi, pero tendrá sus razones, que no nos competen. Yo, en la vida privada, no entro. Además, si lo es, seguro que es el zombi más preparado de la historia española, o la prensa libre española nos habría informado.
--No corra tanto, Estadella. No voy por ahí. No pienso pelarme al rey.
Repetí eso último varias veces, no fuera que esto fuera una novela o cualquier otro producto de ficción, y me condenaran a galeras en la Guyana, como a un vulgar titiritero, un cantante de rap, un cómico, o un concejal madrileño.
--Lo que pretendo -proseguí- es un plan B. Y para ello necesito mi teléfono móvil que, recuerde, está en la frente de Rivera. Chauffer -dije al chauffer, mientras bajaba la mampara que me comunicaba con él-, ¿conoce Tu Puta Madre Feliz?
--¿Y quién no? ¿El I, II, o el III?
--El I. Vayamos siempre a los clásicos.
--Coño, hay un cochinillo en el mueble bar del buga. Los abogados del Estado piensan en todo.
Esto último lo dijo Rajoy.
Llegamos a Tu Puta Madre Feliz I en un periquete. Le dije al chauffeur que no bajara la bandera, y descendimos del coche a toda milk. Nos topamos de morros con el Señor Chang. Hacía tanto tiempo que no lo veía que lo encontré envejecido.
--¡Galcía! Dichosos los ojos. Que la diosa Lu-Xia, patlona china de los invidentes, me los conselve. ¿A qué coño venil? ¿A estas altulas del paltido venil a flegal platos?
--Señor Chang, estoy recién separado, con lo que no entra en mis planes fregar un plato en lo que me queda de vida. Por otra parte, le he montado en el dólar. No sólo debería agradecérmelo, sino iniciar una cuestación para ponerme una placa en Tiananmén, y preguntarme qué diablos deseo de usted.
--¿Qué diablos quiele?
--Un privado. Traiga a él una decena de cochinillos laqueados y, con la comanda, un spritz y al zombi Rivera.
--Rivera muy buen zombi, no como Sabina. Sabina da acojone. Somblelo sel yuyu.
El Señor Chang nos condujo hacia el reservado de su establecimiento. En el camino atravesamos el salón, repleto de zombis intelectuales. Todos, como en un hospicio de Dickens, se pusieron en pie y se peinaron los pelos con las manos. Deseaban dar buena impresión, ser adoptados y salir de aquel infierno.
--Rivera, tu venil con Galcía -dijo el Señor Chang.
El resto de zombis suspiró, defraudado. Otro día sería la adopción. Tal vez, nunca. Volvieron apenados a sus sillas. Alguno lloraba, como Sabina.
Ya en el reservado, Rajoy y Rivera se saludaron.
--Presidente.
--Chico.
Y yo, sin mediar palabra, me puse al tajo.
--Rivera, busque en mi agenda Prensa de Podemos. Llame pidiendo cita con Pablo. Pero para ya.
--Ah, ya le entiendo -dijo Estadella-, pretende entregar el Gobierno de España al populismo.
--Pretendo entregarlo al único político vivo, Estadella.
--Me dicen que si quiere hablar sobre un encuentro con Pablo, que utilice wasap -Rivera dixit.
--Haga, Rivera.
--Me dicen por wasap que mejor por Telegram, que es software libre.
--Mande por Telegram, Rivera.
--Me dicen que lo pasan, que ya dirán. Pero que está muy liado. Que si nos da igual hablar con el número 3 por Zamora.
Al cabo de una hora y 5 cochinillos laqueados más, Rivera volvió a tomar la palabra.
--Que me dicen que ha salido un Telegram aún más chachi, que garantiza que no ha recurrido al trabajo infantil en la selección y contrato de sus programadores. ¿Me lo bajo?
--Se lo baja.
Dos horas después, y tras explicar mi vida, en código cifrado y software libre, desde el último día que vi al Señor Jabugo, Rivera abrió la boca de la cara y dijo:
--Ok. Nos vemos en 20 minutos en el bareto de la Calle del Pez, Malasaña.
Necesitaba mi teléfono, así que me llevé a Rivera. Estadella venía, por lo visto, en el paquete. Me despedí del Señor Chang. Le dije que me llevaba un zombi, pero que dejaba otro.
--Como dice probelvio chino, los zombis que entlan pol los que salen.
Al cruzar el salón de los zombis, volvieron a ponerse en pie, a repeinarse, a suspirar, a llorar. Daban pena. Un muerto apena tanto como un vivo.
No pude emitir más reflexiones sobre la vida y la muerte. Íbamos a darle una sorpresa a la vida política de este país. Pero la sorpresa nos la llevamos nosotros.
No se lo pierdan.
Continuará...
Resumen de lo publicado: Estadella y García descubren, en el despacho de Rajoy, que el zombi que inició esta epidemia zombi no es otro que Felipe VI. Ni el V, ni el VII. Que se dice rápido.
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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