Novela por entregas
García contra la España zombi (XXII)
Capítulo 22, o cómo entrar en la Ciudad Prohibida
Guillem Martínez 27/08/2016
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Resumen de lo publicado: Los grandes partidos se han hecho zombis. La Monarquía, en un simpático gesto, con campechanía y saltándose el protocolo, pues también. Sólo queda una esperanza. García y Estadella, acompañados por el zombi-teléfono-móvil de García, llamado Albert Rivera, van a ver a Pablo Iglesias.
Lo que pasó a continuación fue un giro inesperado.
Entramos al bar en el que habíamos quedado con Pablo Iglesias. Lo vimos allí al fondo, rodeado por un círculo íntimo, que rompimos con nuestra irrupción. Expliqué de corrillo todo lo que había pasado en las últimas semanas, ante un Pablo Iglesias que escuchaba cabizbajo.
--...Y, vamos, que no queda nadie en el arco parlamentario que no sea zombi. Bueno, quizás los de Coalición Canaria, que van una hora atrasados. Hay que hacer algo urgentemente. Usted es el único político vivo, que mantiene la temperatura de 37 grados. Debe de tomar el poder. Por otra parte, la Monarquía está de un zombi subido. Proclame la República. Nadie le hará nada. Puede declararla federal, o bananera, o de las letras. El vacío de poder es absoluto y nadie le dirá ni mú. Bueno, se lo pueden comer. Pero eso pasa siempre.
Iglesias se irguió, momento en el que pudimos ver su rostro. Era un zombi. Abrió su boca, a través de la cual, sin circulación de aire, emitió un rugido. Era un zombi. El rey le debió de morder durante los encuentros con los líderes de grupo parlamentario. Esas reuniones, por lo que estaba viendo, eran como yo cuando tenía 14 años e iba al reservado de la disco de tarde. Todo el mundo salía con un chupetón en el cuello.
--Hola, tronco -Dijo Rivera-. Bienvenido al lado oscuro de la fuerza.
Iglesias volvió a rugir. Me pareció entender, por un segundo, que había dicho "patria".
--Coño, Estadella, este tío está zombi.
--Preferimos llamarle zombo. Para no encasillar al zombi en un género determinado -Dijo un asesor del círculo íntimo.
--¿Le puedo dar candela?-Dijo Estadella.
--Estadella, ha decapitado al PSOE. Hasta Cervantes salvó de la hoguera al Tirant lo Blanc, al Amadís y al Palmerín.
--¿Lo qué? ¿Eso es que me lo cargue?
--Haga lo que quiera.
Salí del bar con mi teléfono/Rivera, dejando atrás a Estadella. Iglesias era un zombi. No quedaba ningún político que no lo fuera. Había que hacer algo para parar todo esto. Y lo tenía que hacer yo, la única persona al corriente de todo lo que estaba pasando, sin confiar mucho en la ayuda de Estadella, más dado a decapitar la izquierda española que, empezaba a temerlo, a enfrentarse con el zombi alfa-omega, que los había contagiado a todos. Una vez muerto el Plan B, tendría que recurrir al Plan García. Es decir, tirar para adelante, sin muchas ideas y sin los 20 euros que no le había podido levantar a Iglesias, con las prisas. Empecé, así, a meditar cómo diablos podría entrar en la Ciudad Prohibida de Zarzuela.
--Rivera. Busque en mi móvil Prensa Casa Real.
--Hecho.
--Llame. Diga que soy Johnny García, corresponsal de New York Times para España y Mozambique, y pida una entrevista.
Rivera, lo hizo.
--Que no es costumbre de la Casa Real ofrecer entrevistas, me dicen.
--Ok, saquemos la artillería pesada. Envíe mail. Diga que me llamo Pamela García, corresponsal de la BBC que está que cruje, y pida entrevista con el rey. Haga especial hincapié en mi radiante juventud y lozanía, en mi voluminosa talla de sostenes y en mi total falta de autoestima, sin duda motivada por un padre distante.
--Ya está. Lo dicho. Que no es costumbre de la Casa Real ofrecer entrevistas.
--Giro de 180 grados. Mismo mail. Firmado por Rocco García, de los García de Yorkshire de toda la vida. Substituya los anteriores hincapiés por estos otros: me gusta la decoración de interiores y, durante mi escolarización en Eton, vencí las noches de frío y soledad gracias a la fraternidad con alumnos destacados del equipo de rugby.
--Que nada. Que no es costumbre.
--Este rey no es como su padre, eso queda claro. Igual es como su madre. Otro mail. Le dicto: Me llamo Iker García y, para mi próximo programa, Trinono Milenio, me gustaría entrevistarle sobre sus experiencias paranormales cotidianas.
--Me dicen que se ponga flores.
Improvisé otras mails. Como Borja García, redactor de Jara, Sedal y Elefantes. Nada. Como Jordi García, redactor de la revista económica Evasión. Nada. Como don Práxedes García, redactor de Ser Padres Constitucionales. Nada. Como Domenico García, redactor de el Cuñado Perfecto, revista especialidad en ofrecer métodos seguros para hacer desaparecer a cuñados problemáticos. Nada. Como Tomás García, redactor de la revista Animador Extrovertido de la Selección. Nada. Como Cristian García, redactor y fundador de El Cobrador de El Ocaso, revista especializada en tíos que siempre llevan el mismo traje. Nada. Nada de nada.
Estaba desesperado cuando, de pronto, tuve una última idea.
--Rivera, la hemos cagado completamente. El rey nunca nos concederá una entrevista o cualquier tipo de acceso a la Ciudad Prohibida.
--Hombre, si tiene prisa, un método infalible y milenario para entrar en una Ciudad Prohibida es cortarse las pelotas, y pasar a ser eunuco. Todo ello, según nuestra propuesta, a través de un contrato único. ¿Le pido el hacha a Estadella? -Rivera miró hacia dentro del local-. Parece que ya le queda poco...
--Está claro que usted es el cirujano de hierro que España aguardaba desde Joaquín Costa. Pero no. Apunte. Voy a dictarle.
--Cante, García.
--A la atención de SAR Letizia. Estimada señora, le escribo para solicitarle una entrevista urgente, dado que su campo de estudio coincide plenamente con la línea de la revista que dirijo, escribo, publico y reparto en bicicleta. ¿Lo tiene, Rivera?
--Lo tengo. ¿Cómo lo firmo?
--Doctor García. Director de ¿Ha Visto A Mis Tetas?, revista top al servicio del profesional de la cirugía plástica.
--Firmando y enviado.
Aguardé pacientemente la respuesta. Como que esperar es más glorioso con tabaco, le pedí 20 euros a Rivera para un taxi. Rivera rebuscó en su cartera.
--Aquí los tiene. Los últimos. Lo siento. Cuando me hice zombi no sabía que estaría tanto tiempo fuera de casa.
--Se agradece, Rivera. No creo que necesite más 20 euros para ningún taxi en el resto de mi vida.
Compré dos marlboros. Fumé un pito. Hice cuentas mentales. Aún tenía, con el cambio y otras calderillas acumuladas, para un taxi.
--Alguna noticia, ¿Rivera?
--Ninguna. Calma chica en el mail.
Fumé otro pito.
--¿Y ahora?
--No.
--¿Y ahora?
--Nones.
--¿Y ahora?
--García, está rayando a un muerto, no le digo más.
--Lo siento.
--Un momento, García. Respuesta de la Ciudad Prohibida.
--¿Que dicen?
--Le leo. "Estimado García: Para mañana es tarde. Le espero en la Ciudad Prohibida, Pabellón de la Divina Prótesis Armónica. Atentamente: Letizia".
En ese momento salió el Capitán Estadella del bar, limpiando su hacha.
--¿Qué, donde vamos, García? ¿A casita?
--No, a Zarzuela.
--No me joda.
Continuará...
Resumen de lo publicado: Los grandes partidos se han hecho zombis. La Monarquía, en un simpático gesto, con campechanía y saltándose el protocolo, pues también. Sólo queda una esperanza. García y Estadella, acompañados por el zombi-teléfono-móvil de García, llamado Albert Rivera, van a...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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