Novela por entregas
García contra la España zombi (XXIII)
Capítulo 23, o ‘le Roi te touche, et dieu te guérit’
Guillem Martínez 28/08/2016
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Resumen de lo publicado: el arco parlamentario y absolutamente todas las instituciones son zombies. Con todas las letras. García acude, a la desesperada, a la Ciudad Prohibida de Zarzuela, en un intento improvisado de neutralizar al zombie alfa-omega, le roi.
Cuando llegamos a la Ciudad Prohibida, la Guardia Real, vestida con su uniforme de verano, que es como el de la guardia de la bruja en El Mago de Oz, estaba realizando el vistoso cambio de guardia, interpretando a pleno pulmón la canción característica. Algo, de por sí meritorio, lo era mucho más si pensamos que la Guardia era, en su absoluta totalidad, zombie. Observamos la coreografía varios minutos, hasta que por fin me acerqué hasta la garita.
-- Buenas, me llamo...
El guardián de la garita, zombie, me interrumpió.
-- García. Vienen a ver a la reina. El zombie no puede pasar.
-- Rivera, ya lo ha oído.
-- Pero... Quiero ver a mi hacedor.
-- Dura lex sed lex-- le dije--. ¿A qué jode?
Guiados por un cabo furrier con uniforme de gala de Regulares --que entraba dentro de lo que la OMS describe como un zombie--, fuimos atravesando las salas y pabellones que nos separaban del punto en el que estaba fijada nuestra rendez-vous. Atravesamos, que yo recuerde, el Pabellón Celestial del Fondo de Inversión Saudí, el Pabellón Nóos de la Armonía y las Garzas por un Tubo, o el Pabellón de Concubinas La Honorable Lunares. EL cabo furrier con uniforme de gala de Regulares abrió, al fin, la puerta del Pabellón de la Divina Prótesis Armónica. Era gigantesco y muy zen. Al final de la sala vacía estaba Letizia, sentada en un trono Ming. Era una zombie. Estadella avanzó hasta ella poniéndose a cuatro patas cada diez pasos.
-- Majestad, no somos dignos-- dijo Estadella, cuando llegó hasta ella.
-- No, no lo somos. Bueno, al turrón. Porque me imagino que no han venido aquí a hablar de tetas.
Letizia acertaba. Si bien, yo mismo no acababa de comprender a qué habíamos ido. Tal vez sólo a cerrar esta historia. Por pura curiosidad existencial. Es decir, por el Destino, esa fuerza inapelable. Letizia prosiguió:
-- Supongo que tendrán muchas preguntas. Pero yo paso, que tengo Pilatos.
-- ¿Pilates? Oh, su majestad es un ejemplo de praxis deportiva.
-- He dicho Pilatos, Estadella, y no pilates. Se trata de una reunión con Pilatos, el rey de Judea. Un zombie como la copa de un pino desde hace la tira. Me hace coaching. Bueno, aquí les dejo. En breve todas sus preguntas les serán satisfechas. Para eso están aquí. Si he respondido a su mail insultante es, precisamente, porque esa era la única forma de que entraran en la Ciudad Prohibida sin que su documentación fuera registrada.
Letizia se levantó y se fue por una puerta aledaña al trono. No sin antes despedirse con un "Hasta la siega del pepino, pollos". No había transcurrido ni cinco minutos cuando la puerta se volvió a abrir. Era el cabo furrier con uniforme de gala de Regulares.
-- Su Majestad el rey de España-- dijo.
Y, en efecto, entró Felipe, que avanzó hasta el trono, diligente.
-- Jodo, es un zombie-- le dije a Estadella.
-- Hombre, zombie, zombie… Sí que tiene un parecido últimamente con Bashar al-Assad, pero…
-- Mis parabienes. ¿Os apetece algo? Yo me tomaré un cochinillo. Paquito-- dijo al cabo furrier con uniforme de gala de Regulares-- cochinillo como para una boda.
-- No se moleste, gracias-- dije.
-- Ahora no, pero seguro que después te apetece. Es más, estoy por decir que en breve te comerás media docena de un tirón. Hoy se cumplen 28 días desde que te mordió Sánchez, ¿verdad?
Rayos. No me acordaba. Hoy era el día de mi reconversión en zombie.
-- García, imagino que no eres de los García de Yorkshire de los de toda la vida. ¿De dónde te viene la gracia? ¿Quién era tu padre?
-- No lo sé. Hizo un bombo a mi madre y desapareció.
-- ¿Tu madre no se llamaría, por sobrenombre, La Lunares?
-- Más bien no. Se llamaba María Cinta. Murió hace años.
-- Lo siento. Supongo que, no obstante, estarás al día de mi familia. Como sabrás, reinamos en Francia. Allí teníamos una suerte de superpoderes, como la Patrulla X. Por Toque Real, es decir, por imposición de manos, curábamos los lamparones. Ponías las manos encima de un pringuis, le soltabas un le Roi te touche, et Dieu te guérit y, hala, a casa sin lamparones.
-- ¿Lo qué?
-- La escrófula, Estadella. Sí, como superpoder es una mierda pinchada en un palo. Además, la rama española perdió ese don al cruzar los Pirineos, en el siglo XVIII. Pero recuperamos otro, al cruzarlos en sentido inverso, en 1868, echando leches.
-- ¿Qué poder es ese?-- pregunté
-- Nada.
-- ¿Ninguno?
-- No. He dicho nada, no ninguno. La Nada es importante. La Nada es tan basta que puede ser el Todo. ¿Qué es el espacio infinito sino Nada y Todo? Cuando volvimos, en 1874, lo hicimos ungidos por ese nuevo poder. Gracias a él, el proceso democrático más avanzado de Europa pasó a ser nada. La nada duró varias generaciones. Cuando dejó de existir, volvimos a crearla, otras tantas generaciones. Cuando se disipó, volvimos a crearla. Y en eso estamos.
-- ¿Califica la democracia española como la nada? No me fastidie, que llevo cuarenta años adjetivándola con todos los adjetivos chachis del diccionario. Sólo me queda la Z. Lo que es un lío.¿Sabe que no existe la palabra "zexy"? -- dijo Estadella.
-- No, era una democracia europea apañada. Pero tiene mérito que solo sea eso, con el subsuelo repleto de fosas. Por aquí abajo hay tantas víctimas de zombies bajo tierra que, en un millón de años, España entra en la OPEP. Fijo. Volviendo a tu pregunta, Estadella, hicimos, vamos, lo mismo que en el resto de Europa. Pero tras generaciones de nada, y sin pagar el precio que se pagó en Europa. Es decir, existiendo. Y no pasó nada. Tiene mérito.
-- ¿Eso fue gracias a la nada?
-- Bingo, García. Ahora Europa vive una crisis democrática como el carajo de una vela. Lo que había se ha acabado. La nada pasará por otros sitios y formas. Puede pasar de todo, pero yo preferiría, y llámelo una tradición familiar, que no pasara nada.
Recordé lo que me había explicado, crípticamente, Iceta, en la Habitación del Miedo del PSC. Empezaba a tomar sentido.
-- ¿Por eso han vuelto a morder? ¿La nada es morder, fabricar zombies, muertos vivientes, nada...?
-- En efecto. Fabricamos zombies cuando es necesario. Y no minusvalore ese superpoder. En Europa, las monarquías fueron efectivamente destituidas. Por aquí abajo, ha sido reiteradamente reinstaurada. Y todo gracias a la nada. Dejamos de morder hace cuatro décadas. Íbamos tirando con la prensa local, esa nada. Si se fija, este es el único país del mundo en el que es más probable que un periodista se quiera casar contigo, que no que te quiera montar un Nuremberg.
-- Te he oído, mamón-- dijo Letizia, desde la colindante Sala Pilatos de la Gran Flor del Loto.
Felipe hizo caso omiso al off femenino.
-- Pero creo que ahora es necesario volver a morder, para que no ocurra nada. Nada de nada. Que es lo que está pasando con la que está cayendo.
Se creó un silencio en la sala. ¿Cómo iba a acabar esto? ¿Me mordería? No, que ya me habían mordido. ¿Me darían una embajada cuando en breve fuera zombie? Pintaba que no, a juzgar por la cara de la rama Glücksburg que en esos momentos me dirigía el rey.
-- ¿Qué piensa hacer con nosotros? Estadella y yo somos los únicos que sabemos toda esta trama.
-- Nada. ¿No te lo he dicho? Pensaba que lo haría la naturaleza. Ya deberías de ser, de hecho, un zombie. Lo hará Estadella, un hombre con una rica vida interior que, por ejemplo, no te dijo que, el mismo día que te mordió Sánchez, también le mordió a él en el tobillo. ¿Estadella, a que esperas?
Miré a Estadella. En efecto, Estadella era un zombie. Se había transformado durante nuestra conversación. Él, a su vez, me contempló a mí. Emitió un rugido zombie, sacó de su americana su hacha, y se me abalanzó.
Justo en ese momento, por la puerta aledaña, entró el cabo furrier con uniforme de gala de Regulares. Llevaba una plata con docenas de cochinillos, que paró el primer hachazo de Estadella.
Continuará...
Resumen de lo publicado: el arco parlamentario y absolutamente todas las instituciones son zombies. Con todas las letras. García acude, a la desesperada, a la Ciudad Prohibida de Zarzuela, en un intento improvisado de neutralizar al zombie alfa-omega, le roi.
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí